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El Telégrafo
Bernardo Sandoval Córdova

El destino del Ecuador

30 de agosto de 2020 - 00:00

Quizás  sea mejor hablar del futuro del Ecuador.  Hablar de destino es caracterizar a nuestro porvenir en el ámbito de lo inevitable, de lo predeterminado y, como van las cosas, la desesperanza  parecería   marcarlo.  No he creído en el destino y he pensado siempre que el futuro depende de lo que hacemos.  Tenemos lo que nuestros gobernantes han hecho y éstos nos gobiernan porque nosotros los elegimos.  En pocas palabras, tenemos los gobiernos que nos merecemos.  

Votamos  para Presidente en 2006 por un advenedizo locuaz y carismático, repleto de títulos, saturado de egomanía  y resentimiento social que lideró a un grupo de seguidores-colaboradores fanáticos que están prófugos, asilados o encarcelados.  Tomando el pensamiento de Churchill, pero en antípoda, puedo decir que: nunca tan pocos hicieron tanto daño a tantos.

Votamos en 2007 a favor de  una Asamblea Constituyente, tras la arbitraria, abusiva, ilegal e ilegítima decisión del Tribunal Supremo Electoral de destituir a 57 legisladores, atropello descomunal que, con seguridad, casi todo el pueblo ha olvidado.

Votamos en 2008 ratificando la Constitución de Montecristi, concebida para la concentración del poder y para la ejecución del modelo del Socialismo del siglo XXI.

Votamos, nuevamente en 2009 y 2013 por el mesiánico tiranuelo que consumió desenfrenadamente la mayor riqueza que el Ecuador haya dispuesto en período alguno de su vida republicana.  Si apenas el 3% de los ingresos se hubieran ahorrado para un fondo de contingencia, los denostados “fonditos” como el ahora prófugo los caracterizaba, el impacto económico de la pandemia habría sido muchísimo menor.

El maremagno de corrupción, la vorágine de ambición, el concierto de ineptitud, la lacra de insensibilidad nos agobia y en medio de todo, para potenciar nuestra frustración e indignación, la impunidad campea.

En el casi epílogo de esta historia de tragedia y frustración, De la Cadena, Layedra y Ávila son tres conjueces que pasarán a la historia en un nivel superlativo de respeto y admiración si, con su decisión jurídica, el recurso extraordinario de casación es desestimado y se establece indefectiblemente la sentencia ejecutoriada en el caso Sobornos 2012-2016.

El primero y fundamental paso para enderezar el futuro del Ecuador es acabar con la impunidad.  El segundo es aprender a votar. (O)

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