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El Telégrafo
José Velásquez

La camioneta de la dolarización

14 de enero de 2019 - 00:00

En los meses previos a la dolarización había una gran presión sobre el dólar y hasta se puede decir que existía una suerte de microdolarización de facto. Las operaciones de bienes raíces y la venta de vehículos ya no se hacían en sucres.

El telón de fondo era este: el precio del barril de petróleo promediaba los US$ 7 (en la “década ganada” alcanzó los US$ 140) y la crisis del sureste asiático generó un colapso de los mercados de capital. El Fenómeno de El Niño más severo del que se tenga registro desplomó nuestras exportaciones no petroleras y destruyó nuestra infraestructura vial. Rusia estaba en crisis y dejó de importar nuestros productos.

Nadie nos prestaba dinero, entre otras cosas porque los organismos financieros tenían incendios que apagar en otros lados como Asia y Rusia. Además las condiciones crediticias eran extremas.

Mientras tanto la presión sobre el dólar crecía y el malestar se disparaba. Dos décadas después, Jamil Mahuad lo explica a sus alumnos de Harvard así: un trabajador iba al banco y en una ventanilla cambiaba su cheque por sucres; en la siguiente ventanilla entregaba esos sucres y compraba dólares; y en la ventanilla tres enviaba esos dólares al exterior. Se desangraban los bancos, que se quedaban sin sucres, y el Banco Central, que se quedaba sin reservas.

Ricardo Hausmann era economista en jefe del Banco Interamericano de Desarrollo en Washington y fue él quien viajó a Quito, a título personal, y trabajó con el presidente Mahuad y su equipo. También fue partícipe Domingo Cavallo, el padre de la convertibilidad argentina.

No fue ni un tiro al aire ni un aterrizaje de emergencia. Muchos insisten en que fue la cornisa política y social la que obligó a Mahuad a dolarizar. Hausmann explica que el dólar no es medicina para toda crisis pero que sí era el tratamiento indicado en ese momento. Dicho sea de paso, fue una salida tan audaz e inédita, que el FMI se oponía.

El mérito del presidente Noboa fue ratificarla y trabajar en su implementación. Pero la camioneta, a la que se quieren subir hoy muchos entusiastas y ex opositores, llevaba curiosamente a pocas personas. La historia reconoce con justicia quiénes son. (O)

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