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El Telégrafo

No resignarse, la recomendación de Sábato

02 de mayo de 2011 - 00:00

Entre las frases célebres que guardo en el corazón, está una de Ernesto Sábato con la que me identifico plenamente. Dice así: "hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse". Caer en la resignación es suicidarse. Los tiempos actuales son una invitación permanente a la actuación. Hoy, quizás como ayer y tal vez como mañana, debemos rebelarnos ante la siembra de injusticias que ahogan el mundo; sublevarnos ante los sembradores del terror; negarnos a tomar el camino de la violencia; levantarnos tras cualquier caída; alzarnos con la bandera del diálogo y anunciar que es posible la paz, porque la paz realmente la injertan las personas, no las estructuras de poder. En los pequeños gestos humanos que brotan de la vida es donde nace la armonía. Por eso, detrás de cada acción humanitaria, florece la ansiada concordia que todos requerimos como el pan con el que nos alimentamos.

Lo que sucede es que hay que situarse en el verdadero corazón de la existencia humana, y asistirla con los cuidados que un artista incrusta a su obra. Partamos de la realidad. Nadie me negará que todo ser humano siente el deseo de amar y de ser amado. Sin embargo, ¡qué complicado es a veces amar, dejarse amar y sentirse amado! Los mayores fracasos siempre provienen del amor, incluso hay quien llega a dudar si el amor es un imposible. Las carencias afectivas es uno de los grandes males que ahogan al mundo, hasta el punto que muchas personas consideran que el amor es una visión ilusoria, algo irrealizable. ¿Tendremos que resignarnos, pues? A mi juicio, ¡jamás! El amor es lo que mueve todo y lo que, en verdad, nos conmueve por dentro. Lo admirable, como tantas veces dijo Ernesto Sábato, "es que el hombre siga luchando y creando belleza en medio de un mundo bárbaro y hostil". Por consiguiente, desfallecer es lo último, si además la propia vida ya es deseo, camino por el que todos transitamos y en el que todos necesitamos ayuda. Al final uno llega a la conclusión de que solamente una vida de entrega a los demás es una vida plena, una vida vivida en la perfección y bebida por la hermosura. Esto es lo que nos sacia el corazón. El que lo probó, sabe de qué hablo.

Sin duda, para crecer en esta estética hay que expresarse en el amor y este es el compromiso al que todos estamos llamados, sólo es cuestión de saber mirar y ver que el amor domina todas las cosas, el universo entero, y nosotros no vamos a ser menos. ¿Cómo resignarse a una vida sin ideales, a una sociedad marcada por las injusticias, por la falta de libertades? ¿Cómo permanecer callados ante gobiernos que usan sus armas contra su propio pueblo? ¿Cómo bajar la cabeza ante la violencia indiscriminada de los que pretenden justificar tan viles acciones por objetivos políticos? Hemos de derribar las barreras del miedo y trabajar a destajo por un mundo embellecido a través del esplendor de la verdad. No hay que tener recelo en llevarlo a buen término, aunque el trabajo sea duro y difícil, pues como apuntó Sábato "al parecer, la dignidad de la vida humana no estaba prevista en el plan de globalización".

Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
España

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