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Una ley de cultura sensata y viable es posible

25 de junio de 2016

Damos por hecho, en el imaginario social, que la Ley de Cultura simplemente implica presupuestos para los artistas, sin profundizar en la trascendencia que tienen los derechos culturales o libertades individuales, establecidos por vez primera en la Constitución. Derechos culturales para una nueva forma de coexistencia y en la que el patrimonio, la memoria, las creatividades sociales son los vehículos para contar con una arquitectura espiritual más consistente y armónica que albergue seguridad, deseo y sentido. Somos conscientes de que configurar una ley es difícil, mucho más si se trata de una ley de cultura, donde las sensibilidades, enfoques, razonamientos, a más de  posturas ideológicas y de clase e intereses económicos, entran en tensión. El gran marco para su confección sustancial se halla en la Carta Magna. Una ley de cultura manda, prohíbe o permite las relaciones humanas que deben existir entre personas culturalmente diferenciadas para robustecer las identidades y pluralidades culturales en un contexto de libertad y respeto. Su preocupación primordial debe girar alrededor de la intervención de los amplios sectores populares en la vida cultural, el acceso a bienes, servicios y productos culturales y el fomento y multiplicidad de la producción y oferta cultural.

El Sistema Nacional de Cultura es un coordinador de organizaciones, GAD e individuos que urgen de organicidad por razón de una instancia de representación como un Consejo Nacional que formula y gestiona las políticas culturales, es decir, la participación de todas las instituciones que reciben fondos públicos, y colectivos y personas que voluntariamente se vinculen al sistema -difícilmente actores culturales se articularán al sistema si es presidido solamente por el Ejecutivo-. Se elegirá de entre todos sus miembros al presidente del Consejo y, por lo tanto, del sistema, que contará con una Secretaría Técnica que elabora el Plan Nacional.

Es importante el rol de los Consejos Territoriales y Sectoriales de cultura como representaciones ciudadanas y como órganos asesores del Consejo Nacional de Cultura. El Sistema Nacional de Cultura existente debe racionalizarse y vigorizarse, así la Casa de la Cultura debe ser el gran espacio de impulso y movimiento del arte, la cultura y el patrimonio, su sede nacional convendrá el manejo de todos los repositorios (colecciones, archivos, reservas, pinacotecas), servicios culturales (teatros, librerías, salas de cine) y elencos (dramáticos, dancísticos, sinfónicas) de significación y alcance nacional, en tanto que los demás contenedores y prestadores culturales del nivel provincial, cantonal o parroquial deberán ser administrados por las Casas de la Cultura de sus respectivas jurisdicciones. El SNC garantiza que todos los territorios estén bien servidos, cruza servicios mínimos con territorios. Los núcleos provinciales deberán ser financiados por el Gobierno/autogestión, en tanto que en las Casas de la Cultura cantonales y parroquiales, a través de cogestión (Gobierno central/local) y autogestión).

El Subsistema de Patrimonio y Memoria deberá contar con un solo instituto, cuyas  funciones vitales serán la investigación y la vigilancia nacional. Al igual que el Instituto de Fomento de las Artes y el Cine, cuya función es la incentivación de las artes, la creatividad, la innovación por medio del crédito, auspicios, fondos concursables, residencias, compensaciones, exoneraciones.

Es importante regular las industrias culturales extranjeras que han asfixiado la producción y circulación de las producciones culturales nacionales. Establecer un porcentaje de las utilidades de las telefónicas móviles y de la banca pública para sostener la gestión de la Memoria y el Patrimonio y de las Artes y el Cine.

La revolución cultural implica una nueva propuesta civilizatoria en sustitución del desarrollo, el establecimiento de la igualdad de oportunidades para todos y la participación, acceso y regocijo del arte y la memoria. El primer paso será implantar la formación artística obligatoria en todos los niveles educativos.

Fabián Saltos Coloma

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