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El Telégrafo

Una cultura nacional-estalinista

26 de enero de 2016

En su artículo del 15/12/2015, Samuele Mazzolini esboza el concepto de una “cultura nacional-estalinista de fondo” cuando hace un análisis sobre los reveses electorales de dos gobiernos progresistas de la región, Argentina y Venezuela.

Esta referencia a una ‘cultura nacional-estalinista’ también puede correlacionarse con el concepto del ‘líder carismático’ esbozado por Weber, es decir, una persona que en la medida que su carisma y popularidad crecen, también crece su autoconvencimiento de que es él/ella el/la único/a llamado a salvar a la nación de todos sus males.

Evidentemente los liderazgos individuales son necesarios en los momentos iniciales de la efervescencia revolucionaria, luego evidentemente es necesaria la legitimación a través de procesos electorales (plebiscitos o elecciones), pero llega un punto en que, para darle sostenibilidad en el tiempo y consolidar los procesos de cambio, es necesario construir desde la base, es decir, de la mano del pueblo.

Con el paso del tiempo, esta ’cultura nacional-estalinista’ hace que la fortaleza inicial de los procesos progresistas se convierta en su mayor debilidad. Es decir, no se puede consolidar un proceso colectivo basado en el culto a la personalidad del líder. El caso cubano es un fenómeno único, que como lo demuestra la historia no ha podido ser repetido en nuestra América Latina.

Dada la amenazadora situación que se está viviendo de una derecha que está aprendiendo de sus errores y que se está reconstituyendo y articulándose a nivel regional con el apoyo de los oscuros tentáculos imperiales, es necesario que quienes hacen dirigencia política en los llamados partidos progresistas que se encuentran aún dentro del oficialismo en sus países realicen un replanteamiento de posiciones.

Si en verdad desean dar continuidad a los procesos progresistas de la región, se debe construir liderazgos colectivos, no unipersonales; se debe cambiar el discurso; ya no hay que echarle tanto la culpa al enemigo externo, sino más bien enfocarse en los enemigos internos; y más que nada se debe dar espacio a la pluralidad de opiniones, la cultura nacional-estalinista del discurso único del líder puede convertirse en la peor de las armas en su contra.

Atentamente

Lcdo. Luis Miguel Córdova Soria

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