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Mientras Elon Musk presentaba el nuevo Tesla 3, un sector de la prensa bastante adulador no tardaba en anunciar que el “coche que cambiaría el mundo podría dominar el mercado”. Sin embargo, el Model 3 no existe todavía. No hay una producción de la versión definitiva; es más, no hay producción de ningún tipo. Musk está “bastante seguro” de que las entregas del nuevo automóvil podrían comenzar a finales de 2017. Pero cumplir con los plazos no es precisamente el punto fuerte de Tesla. Mientras tanto, el actual éxito de ventas del Tesla se ha visto inundado por problemas de calidad.
Esta controversia podría ser simplemente otro tema de conversación, excepto por el hecho de que los vehículos eléctricos son aplaudidos como salvadores del medio ambiente y están subvencionados por millones de dólares.
Antes de presentar el coche, Musk declaró que el Tesla había sido creado para dar al planeta un futuro sostenible. Señaló el preocupante aumento de los niveles de CO₂ en la atmósfera y lamentó que 53.000 personas murieran a causa de la contaminación del aire. Al igual que otros coches eléctricos, este vehículo tiene ‘cero emisiones’ de contaminantes y de CO₂. Pero esto solo es cierto respecto al propio vehículo; no hay que olvidar que la energía eléctrica es a menudo producida por carbón, lo que significa que estos ‘supuestos’ coches limpios son responsables, en gran medida, de una importante contaminación. Como capitalista de riesgo que apuesta por incipientes compañías de tecnologías verdes, a Vinod Khosla le gusta señalar que “los coches eléctricos son coches cuya verdadera fuente de energía es el carbón”.
Si EE.UU. contara con un 10% más de coches de gasolina en 2020, la contaminación del aire llegaría a cobrar 870 vidas más. Un aumento similar en los vehículos eléctricos podría causar 1.617 muertes más al año, principalmente como consecuencia de la quema de carbón.
En China, debido a la tremenda suciedad de sus centrales eléctricas de carbón, los coches eléctricos hacen que la calidad del aire de la zona sea mucho peor. Por otra parte, mientras que los coches eléctricos normalmente emiten menos CO₂, esta reducción de contaminantes es menor de lo que la mayoría de la gente piensa. Durante un período de 150.000 kilómetros recorridos, la gama superior del Tesla S emitirá cerca de 13 toneladas de CO₂. Hay que señalar que la producción de sus baterías supone nada menos que 14 toneladas en emisiones contaminantes, junto con siete toneladas más correspondientes al resto de su producción y el posible desmantelamiento de la misma.
Comparemos este coche con el Audi A7 Sportback, de motor diésel, pero de rendimiento similar. Consume unos siete litros cada 100 km, por lo tanto, cerca de 10.500 litros durante su vida útil, lo que equivale a 26 toneladas de CO₂. El Audi también emitirá un poco más de 7 toneladas para su producción y salida de circulación. En total, el Tesla emitirá 34 toneladas y el Audi 35. Así que, después de una década, el Tesla ahorrará al mundo un total de 1,2 toneladas de CO₂. Para poner todo esto en contexto: la reducción de 1,2 toneladas de CO₂ en el régimen de comercio de derechos de emisión de la UE tiene un coste de alrededor de $ 7; pero en vez de esta cifra, tenemos que pagar hasta $ 12.000 en subvenciones para todos y cada uno de estos vehículos. Hasta el momento, la venta de coches eléctricos a nivel mundial se ha llevado nada menos que un total de $ 13 mil millones en subvenciones, sin embargo, solo nos ahorramos 3,3 millones de toneladas de CO₂. Esto reducirá la temperatura mundial 0,00001°C en 2100, el equivalente a posponer el calentamiento global cerca de 30 minutos al final del siglo. Los coches eléctricos serán una buena idea cuando puedan competir en el mercado, lo que probablemente no sucederá hasta 2032. Pero es absurdo desperdiciar miles de millones de dólares de dinero público en juguetes para ricos, que acaban con la vida de más personas a través de sus emisiones, mientras apenas tienen un efecto considerable en las emisiones de carbono. (O)
Bjorn Lomborg