Sr. Orlando Pérez
Director del diario EL TELÉGRAFO
Estimado Director
Hace algunos días, familiares míos acudieron con su perrito enfermo a una clínica veterinaria ubicada por el sector de Conocoto. Los profesionales les indicaron que el animal debía quedarse en dicha clínica para darle un tratamiento específico, por lo que firmaron un consentimiento aceptándolo. A los dos días les comunicaron que le daban el alta al perrito y por tal motivo lo llevaron de regreso a casa. Lamentablemente en el curso de las horas constataron que el animal seguía igual o peor, ya que se quejaba constantemente de dolor evidenciando un gran sufrimiento físico.
Desesperados, mis familiares regresaron a la clínica a preguntar por qué luego de dos días no ha habido mejoría en la salud del animal y les contestaron que lo que realmente necesita es una cirugía, ya que adolece de muchos males internos y que el tratamiento anterior solamente fue para alargarle la vida. Al final se optó por sacrificar al animal con el costo total de la friolera cantidad de 400 dólares.
Ante este suceso, nos preguntamos: ¿acaso no debería existir ética profesional para atender a los pacientes animales?, ¿por qué esa desproporción entre lo actuado y lo cobrado? y ¿acaso los animales no son merecedores de una muerte digna?, porque por lo visto, parece que solo porque es animal, sufrió un verdadero encarnizamiento terapéutico al tenerle durante algunos días en vano, a sabiendas que no tenía curación.
Al cuestionar por la falta de una información comprensible y veraz que hubiese evitado varios días de sufrimiento inútil para el animal, la respuesta fue que se había firmado un consentimiento firmado voluntariamente, cosa totalmente cuestionable, ya que se extendió dicho consentimiento de manera sorpresiva y sin informar el diagnóstico, peor que el animal no iba a sanar, por lo que dicho documento carecería de validez. Para no entrar en trámites jurídicos, costosos y largos, que tal vez lograran sentar un precedente en el respeto a los derechos animales, decidimos mantenernos a la espera de que, algún día no muy lejano, los animales sean tratados dignamente. Aunque esto estaría por verse, ya que en el país aún se sigue discutiendo sobre los derechos de los pacientes humanos.
Atentamente
Jéssica Jiménez Z.
