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Una vez que las autoridades de la Universidad de Guayaquil han nombrado al nuevo rector temporalmente por un período de 6 meses, es necesario que, a más de reorganizar y reestructurar el área administrativa y docente del alma máter, con la elaboración de estatutos y reglamentos para convocar a concursos de merecimientos, se disponga oportunamente a Contraloría que revise y analice los fondos del área financiera, donde ingresaron indebidamente los cobros a los estudiantes desde 2008.
Valores que no le correspondía recaudar porque no se respetó la gratuidad dispuesta en la Constitución. A fin de establecer el uso y monto (según la Comisión Interventora, se ha devuelto a los estudiantes aproximadamente 4 millones de dólares) de estos fondos recaudados arbitrariamente y a los responsables que corresponda por esta gestión irregular y orquestada.
Para lograr cambios de fondo, las actuales autoridades deben limpiar los errores y faltas del pasado, que llevaron a una situación crítica a la Universidad de Guayaquil, tanto en lo académico y profesional, como en lo económico y ético, situación que ha ocasionado una calificación muy pobre (clase E) en su categorización.
Pero si solo se pone un parche en la vieja llanta y no se la cambia por otra, tarde o temprano terminará por explotar.
Atentamente
Ángel Calderón Mayorga