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Sr. Director:
Los lectores de EL TELÉGRAFO sufrimos gran indignación por los groseros insultos de un desbocado politiquero y una rabiosa periodista lanzados en su contra. Tales desvaríos ofenden más a quienes los han proferido y nos repugnan a quienes veríamos con agrado que se produjeran debates serios y de altura intelectual y moral, en beneficio de la política, la vida ciudadana y la educación de la juventud y la niñez.
Por lo despreciable de dichos improperios, no es necesario ocuparse más de ellos, pero sí reflexionar sobre las razones sobre los niveles de odio y falta de ponderación que sufre la oposición político-mediática frente a hechos que no les son favorables, como son las realizaciones del presente Gobierno y el consecuente apoyo popular.
La oposición a Alianza PAIS -la derecha, la partidocracia aún viva y la oportunista simbiosis de las extremas izquierda y derecha junto al apoyo del imperio y su gran prensa- se ha quedado sin argumentos, mostrando un peligroso grado de desesperación, propensa a la conspiración, que va siendo su último recurso.
Frente a tales desatinos, la respuesta del Gobierno y de la gente ha sido probablemente muy tenue subvalorando tal vez su fuerza de los continuos ataques y reacción frente a los cambios de los últimos años.
Todo ello debe terminar, para lo cual es necesaria, sobre todo, la respuesta ciudadana. Escoger los medios que vemos, escuchamos o leemos por sobre atavismos que están ahora fuera de la realidad, ser conscientes de que la lucha está llegando a límites que pueden afectar al curso histórico de reivindicaciones populares y caminos hacia la justicia y el Buen Vivir. El apoyo popular debe llegar a la acción.
Estamos con usted y, para desdicha de los insultadores, somos muchos quienes nos nutrimos de la lectura de EL TELÉGRAFO, todos los días.
Atentamente
Oswaldo Mantilla