Publicidad
Es tradición en muchas unidades educativas particulares el despido de docentes al finalizar el período lectivo. El reflejo en nuestra sociedad, de la ‘cultura del descarte’, tal como lo dijo el papa Francisco: “Vivimos en una cultura del descarte, donde fácilmente hacemos sobrar no solo cosas, sino personas”.
Los padres cancelan los 12 meses, pero finalizado el año escolar los profesores son forzados a renunciar o firmaron un contrato que termina el último día de clases, así son descartados para evitar pagarles el sueldo en las vacaciones, seres humanos a la basura. Otros, en cambio, son llamados otra vez para el nuevo año por sus rectores ‘caretucos’; lo peor es que estos docentes sin autoestima después de haber pasado meses miserables sin sueldo regresan a la misma institución, una especie de leal servidumbre.
Para esta corruptela de rectores explotadores, los maestros no deben tener derechos durante esos meses y son marginados subsistiendo como parias excluidos. Esto explica el éxodo de educadores que desean ingresar al magisterio, que pareciera ser el único lugar donde son tratados con dignidad y respeto.
Danny Del Pezo De la Puerta
Historiador