Licenciado Orlando Pérez, director nacional de El Telégrafo
En primer lugar estimado señor Pérez reciba toda mi solidaridad por la infame campaña de la que es víctima en redes sociales y algunos medios de sus colegas, políticos de la derecha y esas personas que sin escrúpulos injurian todos los días. Quizá no sea necesario decirlo, pero no coincido en todo con usted, pero sí me consta que su trabajo en el diario público es una prueba de un periodismo distinto, muy profesional y con una novedosa capacidad de colocar temas de lectura y atención para un público que en nuestro país es escaso. Por eso se lee más el diario más asqueroso y sensacionalista.
Lo otro que quería expresarle es que vi toda la investigación que han publicado sobre la presencia de la CIA en Ecuador y, contrastando con otros trabajos y hechos, me doy cuenta que si bien puede haber una actuación soterrada y silenciosa, también es cierto que esa agencia de espionaje no es la única que conspira y financia actividades políticas en nuestro país. Es evidente que detrás hay grupos muy poderosos que quieren regresar a gobernar sin participar en las elecciones. Lo digo porque sospechosamente, como dice el editorial de EL TELÉGRAFO, el poder de los hermanos Isaías se ha desnudado en estos días. Y ahí están toda clase de abogados y periodistas bien pagados. No basta con financiar a políticos en sus campañas, también es cierto que sostienen a determinados medios y a unos cuantos analistas o esos expertos a los que citan y entrevistan. La familia Isaías le hizo mucho daño a nuestro país y tienen un afán de recuperar todo porque en EE.UU. donde ahora viven no son nadie.
Y no me cabe la menor duda que igual o peor trabajo que el de la CIA hace el aparato millonario montado por el banquero Guillermo Lasso. Entre los que lo conocen dicen que ya se ha gastado buena parte de su fortuna en querer ser presidente y quizá le pase lo mismo que a Álvaro Noboa. Los millonarios o esa clase de millonarios de este país, porque hay de los otros, solo quiere poder político para venganzas, acciones perversas y nada más. Ya la plata no les interesa. Así que espero que esta carta la pueda publicar para expresar mi opinión. (O)
Juan Esteban Moreira
