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La banalidad de algunos “críticos”

13 de noviembre de 2012

En un diario de Quito apareció (2012-11-10) el artículo “Inmortalidad”, de Juan Cuvi, en el que banaliza la posible ayuda económica del multimillonario David Murdock a favor del proyecto Yachay o Ciudad del Conocimiento. En definitiva, Cuvi cree que el presidente Correa aceptaría la donación de millones de dólares para que Murdock pueda vivir unos años más. ¿Pueden creer semejante desatino? Correa apoya esa “típica extravagancia de multimillonarios”, “profunda y pueril fatuidad”, “delirio egocéntrico”, “antojo en términos pedestres”, “anhelo estrafalario”, etc., como Cuvi califica biliarmente.

Ninguna persona medianamente inteligente puede creer que nuestro Presidente no acepte ayuda para desarrollar la ciencia, sino para beneficiar a Murdock, lo que “revela la idea del conocimiento a la cual adhieren los tecnócratas del Gobierno”. Es decir: Correa acepta la donación solo para que viva más años Murdock… ¿Para eso se hizo el Yachay?

Hay mil objetivos de Yachay (más que la supervivencia de Murdock): la misma prolongación de la vida que era 40 años y hoy llega a 80, la genética, transgénicos, química y física modernos, prevención, diagnóstico y curación de enfermedades, etc. Es decir, aprovechar mejor más años de  vida  (que para Cuvi valen tan poco a pesar de no ser estoico declarado…). ¿Cuando los límites de la vida se acercan es malo “una inmortalidad en cuotas”?

Si la vida “es la voluntad de crecer” (F. Nietzsche) y esta voluntad se debilita o agota, es muy legítimo intentar prolongarla, no por epicureísmo sino por tratar de perfeccionarse como ser humano, por ejemplo. En cuanto a “la construcción de una epistemología alternativa” es un lamentable prejuicio del señor Cuvi sostener que no podemos conseguirlo -sea por medio de Yachay o no-; se rinde muy fácilmente.

Creo que podemos obtener grandes logros de la Ciudad del Conocimiento, a tal extremo que los logros epistemológicos podrán ser solo un epítome de lo que se obtendría en el futuro mediato. No me opongo a que J. Cuvi nos deje, pero por lo menos que nos deje vivir al resto lo que más podamos.

¿Cómo es posible que las más bajas pasiones obnubilen y ofusquen a personas tan inteligentes y capaces como Juan Cuvi? 

Dr. Catón Villacreces Jácome
C.C 170001270-9

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