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Los procesos de industrialización, que se han llevado a cabo a lo largo de la historia -revoluciones industriales-, han provocado un sinnúmero de efectos a nivel económico, político y social. De hecho la industrialización ha sido pieza clave en la consolidación de aquellas economías que hoy se dicen del “primer mundo”. Sin dejar de lado el impacto ambiental provocado, así como esas numerosas migraciones hacia los centros de desarrollo -capitales- con consecuencias no todas positivas -hacinamiento, delincuencia, carencia de suministros básicos, insalubridad, etc.-.
En nuestro país, el proceso a la fecha es bastante incipiente, no guarda relación con el abundante espectro natural -materia prima-, mas sí con los bajos niveles en ciencia y tecnología existentes. Ciudades como Quito, Guayaquil, y en menor medida Cuenca, Ambato, Manabí, han hecho lo propio dentro del ámbito. Sectores como el textil, pesquero, cemento, alimentos y bebidas, químicos y plásticos, papel, caucho, son los más destacados, con importaciones que representan el 23% de las totales, con una contribución al PIB del 13,91%.
Crear condiciones favorables para la inversión es factor fundamental, a través de políticas tributarias estables, así como alianzas estratégicas Estado-sector productivo, que permitan viabilizar un real proceso de industrialización incluyente, en todas las regiones del país, que no comprometa la frágil relación con el entorno natural y que incentive la inserción laboral.
Tito Javier Espinosa Vélez
Pdte. Colegio de Ingenieros Mecánicos de Loja