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El Telégrafo

Débitos sin autorización

30 de mayo de 2012 - 00:00

A inicios del presente año, vía telefónica, fui contactado por una agencia bancaria la cual me informó que debido a mantener al día mis pagos con mi tarjeta me había sido otorgada otra tarjeta de crédito.

En los días posteriores a dicha llamada y exactamente un día domingo llegó a mi domicilio un empleado de una agencia de entrega de correspondencia, el cual me entregó el plástico y firmé el recibido.

Cabe agregar que cuando me ofrecieron vía telefónica dicha tarjeta no mencionaron cargos extras ni pagos adicionales, todo fue una conversación en la cual alababa mi buen nombre como cliente y el “premio” al cual me había hecho acreedor.

No soy de las personas que revisan concienzudamente los estados de cuenta, pero lo hice a finales del mes de abril y me topo con la ingrata sorpresa de que  me estaban debitando 3,90 dólares por concepto de un seguro del cual nunca fui informado. Al llamar al banco emisor de la tarjeta me dijeron que debía comunicarme con la empresa aseguradora, lo cual hice inmediatamente.

Al hablar con la persona encargada de atención al cliente me informó que al momento de firmar el contrato de la tarjeta el seguro se activa inmediatamente, sin embargo, lo extraño del caso es que nunca firmé ningún contrato para recibir la tarjeta de crédito, sino que  me fue ofrecida vía telefónica y lo único que firmé fue el recibido de la misma.

En fin, solicité que se anulara dicho seguro, sin embargo, a principios de este mes, el débito volvió a salir en mi estado de cuenta.

Ya con mi paciencia a punto de estallar, me comuniqué nuevamente con la empresa aseguradora y me dijeron que era el último débito que me harían, ya que mi llamada de cancelación ocurrió en una fecha en que dicho débito ya estaba vencido.

Qué comodidad para la empresa; además, me informó que en su pantalla aparecía información proporcionada por el banco en la cual esta entidad mencionaba mi aceptación de dicho seguro y el consiguiente débito. Por supuesto llamé al banco y una señorita amablemente me comunicó que al usar la tarjeta automáticamente se activaba dicho seguro. Le manifesté que cuando la tarjeta me fue ofrecida nunca me hablaron del tal seguro y jamás pidieron mi autorización, a lo que simplemente me respondió: “Debieron haberle informado”.

En este pasaje quiero destacar las palabras del director ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador cuando se le preguntó sobre la decisión del Gobierno de prohibir el cobro de la renovación de las tarjetas de crédito, ante esto dijo: “El Estado debió haber mantenido diálogos con la banca antes de tomar dicha decisión”.

Y yo pregunto, ¿y en casos como el mío?, porque nunca me informaron. Dicha situación y otras parecidas se suceden a diario, sin embargo, poco o nada hacen nuestras autoridades para salvaguardar los intereses de los afectados por estos mercaderes de la banca.

Al hablar con un abogado sobre esta situación, me dio a conocer que, si no hay un contrato de por medio, la entidad bancaria debe devolverme los dineros descontados, pero eso es una utopía más en esta tierra de nadie... Amén.

PS. Jimmy  Rivadeneira  Velasco
C.C. 0911437192

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