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Fausto Segovia Baus

El mejor profesor del mundo

26 de mayo de 2021

Tuve el privilegio de saludar en Guayaquil con el mejor profesor del mundo, Sir Ken Robinson, pedagogo británico, quien disertó sobre la innovación, la creatividad y la educación.

Sir Ken Robinson falleció hace poco, y dejó un legado inmarcesible como educador, escritor y conferencista. Es considerado el speaker más visto en la historia y uno de los cincuenta pensadores más destacados del mundo, con más 300 millones de seguidores en las redes sociales. Sus dos obras –“Las escuelas creativas” y “El elemento”- son verdaderos íconos que reflejan su pensamiento considerado revolucionario, para quien “la imaginación es la fuente de todo logro humano”.

Su mensaje es sencillo: la alternativa frente a sistemas educativos rígidos, burocráticos y demasiado formales, es volver a la naturaleza de los niños y sus talentos. Recordemos –dice- que los niños tienen capacidades de aprendizaje; sin embargo, los gobiernos tienden a devaluar esos talentos mediante la estandarización de todo el sistema, al controlar todo, penalizarlo y normalizarlo. El resultado es obvio: la indiferencia y el conformismo. Y así no cambia la educación.

Robinson insiste en “crear ecosistemas creativos que apunten a la innovación”. La educación es una forma de aprender, como cambia el mundo. Lamentablemente, la escuela sigue igual, muy estructurada, nada flexible. Y añade: “Tenemos que ser más creativos, más innovadores. Pensar en el ecosistema. Es duro decir pero hemos creado escuelas antagonistas al aprendizaje. La estructura ha matado a la misión de educar”.

El mejor profesor del mundo afirma que la escuela actual se parece a una fábrica del XX. Este tipo de educación cumple ciclos, prioriza los resultados y prepara “productos” donde el estudiante es receptor pasivo de información, y en consecuencia el control ha matado al aprendizaje. Estudios recientes confirman la reflexión de Robinson.

Según Robinson el “elemento” de inflexión es responder con creatividad e innovación. La educación –la verdadera educación- nace de cada ser y sus talentos pueden y deben convertirse en competencias. Por eso es urgente recuperar el “elemento” más sensible de la educación: el arte, la música, la filosofía, la danza, el teatro, el dibujo, la oratoria y el juego, por supuesto. El nuevo “elemento” consiste en abrir espacios para la innovación. Y que los niños recobren la pasión por aprender, porque “si normatizamos la educación matamos el cambio”. Para ello, Robinson plantea el perfeccionamiento continuo de los profesores y la autoevaluación permanente. Una idea potente del expositor fue: “la nueva estrategia de todos los sistemas educativos es reformular una alfabetización universal, mediante la creatividad y la innovación”.

La nueva escuela debe partir de otros parámetros: porque la inteligencia artificial está cerca, la robótica, la Internet de las cosas, y las nuevas profesiones en ciernes: los vigilantes on line, los conductores de drones, los brokers personales y otras. La escuela del futuro tiene que reinventarse, según Robinson. Esta reformulación debe articularse con la economía (la producción de conocimientos); con la cultura (el respeto a la diversidad); con la sociedad (la ciudadanía y el ambiente); y con cada persona en particular (su proyecto de vida).

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