Lo ambiental en el debate público contemporáneo se convirtió en uno de los ejes de la agenda política de casi todos los países. Este tema es abordado en calurosos debates que se colocan desde la extrema derecha y las propuestas denominadas progresistas.
En EE.UU. el presidente Donald Trump niega cualquier evidencia científica sobre el calentamiento global; discurso que ahora los demócratas lo colocan como principal en su agenda política. En Dinamarca los socialdemócratas tuvieron respaldo en elecciones con un discurso que combate el calentamiento global, en Alemania el movimiento de extrema derecha, Alternativa para Alemania, ha ganado espacio con un discurso que no hace referencia al cuidado ambiental.
Oliver Stuenkel, especialista en relaciones internacionales, dice que la extrema derecha colocó hábilmente el debate sobre lo ambiental como una guerra cultural; la derecha populista eliminó la dimensión científica del debate y acusó a las “élites globalistas” de crear una amenaza imaginaria en contra de la autonomía de los Estados.
Con esta propuesta, se redujo el debate a la soberanía y a la no injerencia de los organismos internacionales importantes; también proyectaron un odio en contra del conocimiento, la investigación y la ciencia, por lo tanto, contra sus generadores, que son las universidades principalmente públicas, lo mismo que ha justificado recortes presupuestarios y allanando conquistas históricas de la universidad en todo el mundo.
América Latina está en un espacio geográfico clave para mantener el equilibrio de la naturaleza y de la vida; se hace necesario políticas claras sobre cómo abordar tan complejo tema que nos involucra a todos los humanos y su futuro. El aumento inusitado, en este año, de los incendios en la Amazonía es una señal de que los países directamente involucrados debemos tener políticas ambientales comunes y también de desarrollo sostenible.
Según noticieros brasileños se convocó a los dueños de tierras en la Amazonía para que haya una “quemada” y así conseguir más tierra para la producción, principalmente de ganado. Muchas autoridades están de acuerdo con estas estrategias violentas contra la naturaleza, porque generan recursos para sus gobiernos descentralizados.
El fenómeno de la degradación del ambiente y el desarrollo no es fácil de ser resuelto, hay que colocarlo en la agenda estratégica de los gobiernos para no comprometer el futuro de esta “nave” maravillosa que es la Tierra. (O)