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La sabiduría que se constituye en el desarrollo del pensamiento se fundamenta en reconocer que sabemos poco y que nos falta mucho por conocer. Dicho de otro modo, cuando más sabemos, realmente debemos reconocer que menos sabemos. Johann Wolfgang Goethe señala: “No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer”; Confucio indica: “Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber”; el filósofo más importante de Grecia, Sócrates, sentenciaba: “Sabio es quien sabe que no sabe, mas no quien dice saber e ignora su propia ignorancia”.
En resumen, Sócrates graficaba su pensamiento con la frase: “Solo sé que nada sé” o “Solo sé que no sé nada”; Leonardo da Vinci consideraba: “El que no valora la vida, no se la merece”; Jean Jacques Rousseau pensaba: “Nadie puede ser feliz, si no se aprecia a sí mismo”. Andrew Carnegie: “Debo cualquier éxito que he realizado, en general, a la habilidad de rodearme de personas más inteligentes que yo”; Thomas Jefferson: “Nada otorga tanta ventaja como permanecer frío y sereno, en toda circunstancia” ; Madame de Sable: “Nada es tan peligroso como un buen consejo, acompañado de un mal ejemplo”.
Sabio es el auténtico humilde que no se compara con nadie, que sabe que siempre habrá algunos que sepan más o menos que él, su dedicación completa es ser cada día mejor y que al terminar la jornada del día pueda decir: “He realizado muchas cosas importantes”.
Acojámonos al principio filosófico de René Descartes que señala ‘’Pienso, luego existo’’, constituyéndose en un método de la duda; que dudaba de todo, menos de su existencia. Y ese conocimiento de existencia nos lleva a conocer la existencia de Dios. (O)
Lic. Ricardo Ordóñez Jaramillo
Expresidente del Colegio de Educadores del Ecuador
(Coordinador del evento)
Presidente del Tribunal de Honor de la institución