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Los niños son el público más difícil del teatro

La directora cubana, desde 2012, presenta sus obras en el Teatro Sánchez Aguilar, donde también ensaya.
La directora cubana, desde 2012, presenta sus obras en el Teatro Sánchez Aguilar, donde también ensaya.
Foto: cortesía
07 de febrero de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Aleida Santiago (Cuba, 1956) comprobó a través del teatro que los niños tienen una sinceridad y exigencia singular, indicios suficientes para seguir su instinto y especializarse en crear y dirigir para ellos. El camino la llevó a formar el grupo de teatro Papagayo.

Tras aprobar su segunda audición en actuación, en la Escuela de Arte de Santa Clara,  pasó a la Escuela de La Habana,  donde estudió para ser instructora de teatro. A los 17 años empezó su carrera actoral y desde entonces no ha parado.

Aleida no conocía nada del teatro pero le gustaba cantar, actividad que de a poco se fortaleció como una pulsión para tomarse en serio el camino teatral.

Durante su aprendizaje, iba sumando un mayor cariño a esta disciplina artística, pero, a la vez, descubrió que lo que más le apasionaba era la dirección escénica. Llegar a pertenecer a la Brigada XX Aniversario, en la provincia de Matanzas, durante 8 años, la afianzó en esta profesión.

Aleida recuerda que al graduarse le tocó impartir clases a un grupo de niños. Al principio no le agradó esa idea, pero al interactuar con sus alumnos se enamoró de su trabajo y hasta obtuvo un premio nacional en un festival, con una obra que montó con ellos.

Cada paso que da lo hace con firmeza. En La Habana en 1996, formó el grupo de teatro Kele-Kele, con el cual representaba obras en escuelas, hospitales, teatros, parques y comunidades. Esta iniciativa tuvo un gran éxito, lo que le permitió cruzar fronteras y presentar su trabajo en Ecuador.

Invitada por el grupo Arawa de la Universidad de Guayaquil, en 2004, para participar en el festival Entepola, Aleida fue la única que tomó la decisión de radicarse en el país, porque le hicieron una propuesta laboral. Sus otros compañeros regresaron a Cuba.

Al año siguiente dio vida al grupo de teatro Papagayo como parte de un proyecto que presentó a una fundación. “Al desvincularme de esta institución seguí con el grupo y ahora tenemos un público cautivo que asiste siempre a nuestras funciones en el Teatro Sánchez Aguilar. No es fácil mantenerse, porque los niños te dicen de frente si les gustó o no la obra, por eso soy muy exigente y detallista para mantenerlos atentos desde que inicia hasta que finaliza la presentación”.

Aleida, quien mantiene sus raíces cubanas, caribeñas, asegura que no le interesa dar un mensaje específico, sino sugerir varios para que cada espectador saque sus propias conclusiones.

Su trayectoria y experiencia la avalan como docente. “Los chicos  que toman clases de actuación son más responsables, disciplinados, desarrollan su imaginación, refuerzan su autoestima y aprenden a trabajar en colectivo”.

La mayor satisfacción -dice la directora- es enterarse de que sus estudiantes triunfan en sus carreras. Como ejemplo menciona al actor Juan David Ferrer, quien es reconocido en Estados Unidos.

Según Aleida, hacer teatro para niños conlleva mucha responsabilidad, pues no se trata solo de “poner títeres y nada más”, sino que todo debe estar complementado en el escenario: la música, los muñecos, el diálogo, los juegos, los colores, etc.

Esa pulcritud se ha visto reflejada en sus creaciones, como las obras ‘Los tres pichones que querían ser marineros’, ‘Papagayo enamorado’, ‘El amanecer’, ‘Cuento de una isla pequeñita’, ‘Las burbujas’, ‘La carreta de los cuentos’, ‘Abracadabra, las brujas te hablan’, entre otras.

Un equipo plural y familiar

Gisela Meza trabaja con Aleida desde hace 12 años y señala, con gracia, que su directora se caracteriza por estar comprometida con el arte, ser estricta y disciplinada. “Se preocupa por los detalles y nos exige que tomemos el trabajo con seriedad”.

Digno Montalván es el músico del grupo y describe a Aleida como una profesional que respeta a su público al presentar un contenido bien estructurado dramatúrgicamente. “Se toma muy en serio lo que hace. Ama ser directora y eso se lo percibe en el escenario”, dice Montalván.

Su hija, Alondra, también comparte la pasión por el teatro y forma parte de su equipo de actrices, lo que hace del trabajo de Aleida algo familiar. (I)

Datos

La directora integra la Unión de Escritores y Artistas de Cuba  (Uneac) y cada dos años viaja a su país natal para no perder su vinculación con este gremio.

Su próximo taller de actuación será desde  el 7 marzo hasta el 20 de abril, en el Teatro Sánchez Aguilar. Las clases para los niños serán de 10:00 a 12:30 y para los adolescentes, de 15:00 a 17:30.

El grupo Papagayo presentará este año tres funciones infantiles: en mayo, junio y octubre. A través de las obras se incentiva la imaginación, creatividad y capacidad de expresión de los niños.

Aleida Santiago terminó en 1987 sus estudios profesionales en dirección escénica en La Habana. En Ecuador creó Papagayo, en 2005.

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