Su figura apenas llega a los 96 cm y eso le impide alcanzar distintos objetos; pero no la amilana. Rosa Betún Naula aprendió con dureza que su discapacidad no era impedimento para rendirse. Superó con lágrimas las miradas recelosas de sus compañeras de escuela y colegio.

Incluso tuvo que acudir al Ministerio de Educación para que no le nieguen el derecho a la formación, solo porque los profesores creían que por su estatura no podría estudiar. Esas barreras la hicieron fuerte y gracias al apoyo de su familia logró concluir los estudios secundarios y graduarse en la especialidad de químico-biólogo en el colegio Quito.

Rosita, como todos la llaman, tiene 23 años y gracias a sus ganas de superación accedió a una beca completa de estudios de tercer nivel en la universidad Politécnica Salesiana de Quito. Esta es una de las 5 instituciones de educación superior de un plan piloto de inclusión de la Senescyt y el Conadis, para garantizar el acceso educativo a personas excluidas, como los discapacitados.

En marzo de este año rindió el ENES (Examen Nacional de Educación Superior) y tras superar los 600 puntos postuló en las 5 carreras a las que tenía derecho. En primer lugar designó Ingeniería Ambiental. Luego del examen, recibió la notificación de que tenía un lugar asegurado en la especialidad de contabilidad.

Dudó un poco, porque sus padres, dedicados a la venta de jugos, no podían costear una carrera privada. “Les dije muchas gracias, pero no tengo plata. Y me asombré cuando me dijeron ‘no se preocupe no tendrá que cancelar nada’. Toda la carrera está totalmente financiada”, contó don Francisco Betún, padre de Rosita.

Hoy la joven, intermedia de 8 hermanos, y la única con síndrome de Laron, un desorden genético autosómico caracterizado por una insensibilidad a la hormona del crecimiento, es la primera en la familia Betún Naula en cursar estudios de pregrado.

Al momento está en el curso de adaptación de la universidad. “Tenía miedo de ser rechazada, pero conforme pasaron los días, los compañeros fueron más receptivos”, confesó. Hoy sueña con su carrera universitaria y enrolarse en la administración pública.

Las instituciones San Gregorio de Portoviejo, Politécnica Salesiana, UTPL, Internacional Sek y Metropolitana apoyan este proyecto de incluir a personas discapacitadas en la educación superior.