EL DELITO DE TRAICIÓN A LA PATRIA esta tipificado en el coip, el cual contempla una pena de 7 A 13 AÑOS DE PRISIÓN
"La categoría imperialista no es un tema que está afuera, sino también internamente"
Las redes de periodistas, políticos e intelectuales que intentan desestabilizar un gobierno elegido democráticamente caerían en el delito de Traición a la Patria. Así lo consideró ayer Mario Ramos, director del Centro Andino de Estudios Estratégicos (Cenae) durante una entrevista en Radio Pública.
Dijo esto a propósito de que el lunes pasado Telesur reveló los nombres de los actores de una supuesta estructura vinculada a la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos con ese objetivo en el Ecuador.
En cuanto al delito de Traición a la Patria, nuestra legislación sí lo sanciona. Es así que en el caso de que una ecuatoriana o ecuatoriano mantenga “negociaciones con otros Estados, tendientes a someter de cualquier forma al territorio”; divulgue “noticias con la intención de infundir pánico, desaliento o desorden en las tropas o ejecutar cualquier acto que pueda producir iguales consecuencias”, y en el ámbito militar omita información o entregue datos al “enemigo”, entre otras, puede ser procesado penalmente.
El actual Código Orgánico Integral Penal (COIP) determina -en su artículo 353- que si una persona transgrede esos preceptos, será sancionada con pena de 7 a 13 años de cárcel, dependiendo de si el país está en tiempos de paz o en un conflicto armado. La figura ya constaba en el código penal anterior pero para servidores militares y con una pena de 6 a 16 años.
Ramos considera que la investigación difundida por Telesur deja al descubierto las nuevas figuras, más no las técnicas. Explicó que la metodología de estructurar una red de intelectuales y periodistas por parte de la CIA para oponerse a las políticas de gobiernos progresistas en América Latina, no es una práctica nueva y recordó que el libro “La CIA y la Guerra Fría cultural” del autor Frances Stonor Saunders, retrata la lucha que se dio en el mundo a finales de los años 80 por el control de las mentes entre los dos bloques políticos: socialismo y capitalismo.
Por ello y más aún en este siglo, luego de que no tuviera mucho éxito invadiendo Irak por medio de la fuerza, EE.UU. habrían llegado a la conclusión -de acuerdo al titular de la Cenae- de que es mucho más efectivo políticamente destruir la imagen de un presidente o de un partido político, a través de la infiltración o desviándolo del camino, pues perdura en el tiempo: “Ellos son sistemáticos, constantes, no dejan de tratar de sostener su hegemonía a toda costa y han desarrollado una estrategia que ahora se conoce como suave y más sofisticada. Ellos usan el concepto de poder inteligente para tratar de ingerir y sostener sus intereses en el actual hemisferio”, explicó.
Esta realidad aterrizada a la de Ecuador, se ve reflejada en las plataformas digitales como páginas web y redes sociales, en donde no sería coincidencia que “nunca” se encuentre nada positivo del Gobierno Nacional. En este sentido, el experto invitó a reflexionar sobre si lo que se vive en el país es una oposición democrática o desestabilizadora. “Hay 2 clases de oposición en el Ecuador: una democrática que critica de manera constructiva y otra desestabilizadora articulada a los intereses de los Estados Unidos”.
En esta línea, el escritor y periodista Jaime Galarza denunció la noche del miércoles pasado en Telesur la constante actuación del exdirector de inteligencia del Ejército Mario Pazmiño, como un elemento conspirativo a tiempo completo a nombre de la CIA. Pazmiño estaría acusado de ocultar información al presidente Rafael Correa sobre la actuación de la agencia de EE.UU. en el ataque a Angostura, donde murió el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Raúl Reyes, y otras 22 personas.
Galarza explicó que agentes o no de la CIA, a estos actores se los identifica por sus líneas de acción que coinciden con los intereses norteamericanos: “Eso es lo que ocurre con el asambleísta Andrés Páez y otros que pueden ser calificados como agentes de la CIA no porque conozcamos su carné de afiliación, sino por su método y conducta”.
Por su parte, Ramos explicó que los intereses de los países hegemónicos se conjugan con los de grupos económicos nacionales que quieren retornar al poder: “Como señalaba el sociólogo Agustín Cueva, la categoría imperialista no es un tema que está afuera, está también internamente. Hay grupos que se identifican con los de los Estados Unidos y confluyen. Entonces a veces no son agentes de la CIA, sino que lo hacen voluntariamente. Son más gringos que ecuatorianos”.
Los expertos concuerdan en que no se ha hecho lo suficiente para blindarse de esas campañas de desprestigio y hacen un llamado para que se investiguen estos hechos y se los condene. (I)
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La cita se dio en Guayaquil
Molina admite que se reunió una vez con Hollihan
El coronel retirado Alberto Molina admitió que se reunió una vez en Guayaquil con Karen Hollihan, ecuatoriana con ascendencia estadounidense y alemana con supuestos nexos con la CIA.
El encuentro fue para conversar sobre el lanzamiento del libro ‘Análisis de las Repercusiones del Socialismo del siglo XXI en la región’, que se realizó en Miami. “Nunca la había visto anteriormente, no la conocía”, dijo a EL TELÉGRAFO. Indicó que solo trataron temas referidos a actividades que haría en EE.UU. por el libro.
Molina aseguró que viajó con el excoronel Mario Pazmiño que dirige el Centro de Análisis e Investigación Internacional y que no le pagaron nada por su participación como uno de los 13 coautores del libro. (I)
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Obra motivó reacción de la derecha favorable a designios de EStados Unidos
El mural de Guayasamín plasmó el intervencionismo de la CIA en América
En 1988, uno de los murales más famosos del mundialmente reconocido artista plástico ecuatoriano, Oswaldo Guayasamín, generó el rechazo de grupos de derecha y un pequeño impasse diplomático: plasmó en la pared frontal de la sala de sesiones de la Asamblea Nacional, como parte de la obra, a un soldado sonriente con un casco nazi que lleva escrita las siglas CIA, referidas a la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos (EE.UU.).
Ese capítulo histórico lo tiene presente Pablo Guayasamín, quien en entrevista con EL TELÉGRAFO recordó ayer que a su padre le pidieron en 1987 pintar el mural para la sala de sesiones del edificio de la Legislatura, lo que le tomó casi un año: “Cuando estaba por terminar se encendió la polémica porque en la parte donde destaca el soldado con un casco nazi, mi padre pintó la bandera de EE.UU.”. Ese habría sido el detonante para que a pocos días de la ceremonia de cambio de mando del expresidente León Febres Cordero por Rodrigo Borja Cevallos, el entonces embajador de EE.UU., Richard Newton Holwill hiciera un reclamo. En esa época era costumbre que en el acto estén presentes los diplomáticos de EE.UU.
Pablo recordó que el embajador llamó molesto al presidente del Congreso y le exigió que borre la pintura: “así era como trataban los diplomáticos de ese país a nuestras autoridades”, resaltó.
Guayasamín habría pedido consejo a amigos cercanos como Jorge Enrique Adoum, Enrique Mena y otros, quienes -según el hijo del artista- le sugirieron que modificara el trazado “tomando en cuenta que la bandera representa al pueblo de EE.UU., también víctima de la pobreza y explotación al igual que nosotros”.
Por esa razón, en la actualidad la bandera estadounidense no es parte de la obra y en su lugar se encuentran las siglas de la CIA. Pablo explicó que la decisión de incorporar a este organismo dentro de la obra se tomó porque “es reconocido históricamente como ente de represión e intromisión en países de la región para desestabilizar gobiernos apoyando, financiando ataques y hasta promoviendo golpes de Estado”. Asimismo, comentó que también hubo un reclamo de la derecha política del Ecuador “que siempre ha sido sirviente de EE.UU.”, pero como el presidente electo Rodrigo Borja fue respetuoso de la obra se calmó la polémica. Sin embargo, durante su inauguración, Newton se retiró del acto.
El mural sigue todavía causando escozor en este siglo. El 2 de febrero de 2013 el medio de comunicación “El Diario” de Manabí publicó un editorial a propósito de la remodelación que estaban haciendo en la Asamblea: “El Salón Plenario de la Asamblea Nacional es el máximo foro de la democracia ecuatoriana y allí únicamente debe haber símbolos patrios que unan a todos los habitantes de este pluricultural país. Por ello es pobre, y hasta ridículo, que se exhiba un mural que tiene alusiones en contra de los Estados Unidos, por criticar a su central de inteligencia CIA, porque la obra refleja la posición ideológica de solo un sector de la sociedad ecuatoriana”, publicó. (I)