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¿Por qué maúllan los gatos?
Un maullido puede parecer solo un sonido más en casa, pero para los gatos, es su principal herramienta de comunicación con los humanos. A diferencia de los perros, que se expresan con ladridos, gruñidos o gestos corporales, los felinos han desarrollado una forma única de comunicarse… y no es entre ellos, sino con nosotros.
“Los gatos adultos rara vez maúllan entre sí. Este comportamiento está reservado casi exclusivamente para los humanos”, explica la veterinaria etóloga Paula Cevallos. De acuerdo con especialistas, los maullidos son modulados según lo que desean transmitir: desde hambre, incomodidad o estrés, hasta afecto, juego o incluso enfermedad.
Maullidos que hablan por ellos
Según la Asociación Internacional de Medicina Felina, existen varios tipos de maullidos y cada uno tiene un significado potencial:
- Corto y agudo: saludo o petición ligera de atención.
- Repetitivo y ansioso: hambre o deseo urgente (como salir o jugar).
- Grave y prolongado: señal de incomodidad, dolor o enojo.
- Maullidos nocturnos: comunes en gatos no esterilizados, relacionados con el celo o marcaje territorial.
En algunos casos, el exceso de vocalización puede ser señal de un problema de salud, sobre todo en gatos mayores. Enfermedades como el hipertiroidismo, pérdida de visión o demencia senil felina pueden provocar cambios en el tono y frecuencia de sus maullidos.
Una evolución adaptada al humano
Curiosamente, los gatos no nacieron maullando para comunicarse con las personas. Este comportamiento es resultado de miles de años de domesticación. Según estudios de la Universidad de Cornell (EE.UU.), los gatos han aprendido a adaptar sus sonidos para manipular mejor la conducta humana. Por ejemplo, algunos felinos desarrollan un maullido con frecuencia similar al llanto de un bebé, provocando respuestas más rápidas de sus dueños.
¿Hay que responder siempre?
Aunque no se trata de tener una conversación literal, atender los maullidos de un gato con observación y respuesta es fundamental para su bienestar. Ignorar sus llamados puede derivar en frustración o estrés, mientras que una respuesta positiva fortalece el vínculo afectivo entre humano y felino.
“El maullido no es una molestia, es una necesidad de ser escuchado”, concluye Cevallos.