Los 7 hermanos presentaron el show ‘aeternum’
Una noche con la complicidad escénica de Los Vivancos (Galería)
Un despliegue de técnica y ejecución dancística casi perfecta se disfrutó anoche en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura.
El público -la mayoría mujeres- deliró con algunas escenas del ‘Aeternum’. La obra compuesta por 7 actos combinó ballet, flamenco, danza contemporánea y artes marciales. Sin embargo -sin negar el virtuosismo de los intérpretes- hubo partes que bien pudieron prescindirse.
Todo inició con una imagen fantasmagórica: 7 almas aparecieron en un claroscuro azulado. El zapateo casi siempre impuso el ritmo de los 7 actos.
Más adelante dos de los hermanos representan la dualidad humana, la música ya un poco alejada del flamenco y ausente de voces, se tornó más tribal. El sonido de los tambores de asemejaban a los latidos del corazón acelerado y lento. Un juego sonoro que acompañó- como en casi toda la obra- los sincronizados movimientos de pies. De nuevo la lucha, las luces rojas daban impresión de que se cometía una masacre, la sangre del bailarín negro corrió sobre el escenario.
La amalgama entre sus cualidades musicales y dancísticas se evidenció sobre todo cuando uno de Los Vivancos entonó el violoncello mientras sus piernas se colocaron en segunda posición a metro y medio del piso.
El espectáculo resultó un vaivén de emociones con momentos en los que no se necesitó de una banda sonora, el zapateo sobre el cajón y la demostración de por qué son los dueños del Récord Guinness, determinó el ritmo de los 90 minutos del show. El riesgo y la adrenalina se apoderaron de los últimos minutos del espectáculo puesto que ejecutaron frases con los ojos vendados. Las figuras sobre el escenario se formaban solo desde la intuición y la necesidad de tocarse de vez en cuando. Una danza a ciegas que se conjugó más adelante con el zapateo de cabeza.
La euforia explotó al final cuando los ‘7 pecados’ bajaron del escenario a saludar a sus fans con el torso desnudo.