The Assassin es la última entrega del director Hou Hsiao-hsien, uno de los representantes de aquella nueva ola taiwanesa que hace más de 30 años quiso llevar al cine el clima de su realidad.

La nueva película del reconocido director asiático ha requerido una producción de más de un lustro para hacerse realidad, algo que se comprende atendiendo su minuciosa dirección artística, la casi patológica rigurosidad histórica de la  que hace gala y a su voluntad de producir un cine auténtico.

Fue filmada en película de 35 milímetros que dota al producto de una solidez formal hipnótica a la vista e inexpugnable a la razón. Algo que cobra tintes de milagro cuando Hsiao-hsien explica que todos los efectos especiales se incorporaron en cámara, nunca en posproducción, y que su método fue el de siempre en su cine: no ensayar nunca las escenas, ni siquiera las de lucha, para mejor descubrirlas rodándolas.

Erigida en torno a la belleza diáfana y demoledora de Shu Qi (foto), actriz que debe sus mayores éxitos de crítica a sus colaboraciones con el director, The Assassin tiene ya un lugar distinguido en la historia del wuxia, no por la acrobacia y el aparato que caracterizan este género, sino por todo lo contrario, porque se trata de una película contenida.

El cine de Hou Hsiao-hsien (1947) se abrió al reconocimiento internacional a partir de los años 80 con películas como Ciudad de tristeza, un éxito en el circuito de festivales que se vería ratificado con otros como El maestro de marionetas (biografía  auténtica de un famoso marionetista de 84 años que repasa su vida ante la cámara) y la monumental Millenium Mambo. (I)