Siempre he soñado con un Guayaquil que tiene un gran teatro. O un centro de eventos y shows a precios asequibles para la gran mayoría. Sueño nada más.
Quito posee varios y funcionales teatros, como cualquier gran capital, que si a ver vamos, la ciudad se lo merece y cuenta con un público cautivo amante de la cultura. Empezando por el gran Teatro Nacional de la Casa de la Cultura, que tiene adyacente un ágora. Ambas moles muy funcionales son un gran aporte a la cultura y el entretenimiento. Cómo no mencionar al exquisito Teatro Sucre con una agenda copada de actividades.
Continuemos con Guayaquil: el Teatro Centro de Arte ni es muy grande, ni está abierto al gran público. Tan sencillo como eso. El teatro se alquila a quienes puedan pagarlo. Y por favor, con anticipación debida, pues desde elecciones de reinas, pasando por shows de fin de curso de academias de baile y eventos temáticos, incluso graduaciones de colegio y teletones, son parte de la parrilla de programación. Cada año bisiesto el toque de cultura internacional lo pone el gran José Miguel Salem. No dura mucho y las entradas no son módicas.
El teatro del sur de la Perla, denominado Teatro Centro Cívico, cumple su cometido a medias. Deberían trabajar con las escuelas fiscales, con los barrios del sur, en maratones de cultura, pintura, danza, teatro infanto-juvenil. Ahora, claro, es un proceso. De aquel monumento al despilfarro que fue en los 90, el enorme casco gris está cambiando y para bien. Lo he visitado, bello por dentro el teatro, que ahora se llama con justicia Eloy Alfaro. Tiempo al tiempo.
Pero ese escenario tampoco sirve para un concierto internacional con capacidad para recibir a mínimo 3.000 personas cómodamente sentadas. No hay sitio así en Guayaquil. Y tampoco creo que está en planes de nadie hacerlo.
En décadas pasadas, empresarios nacionales pugnaron por hacer teatros pequeños en la Perla pero dotados de buena acústica, escenarios con profundidad, ideales para vodeviles, comedias, teatros de bolsillo. Allí en el recuerdo está el Uniteatro Candilejas, toda una generación riendo sanamente con Cecil Villar, Raúl Varela, Enrique Fuentes y otros monumentos de la gran comedia hispana. Cecil vive en Nueva York, ya retirada, Varela y Fuentes fallecieron.
Ahora poco se ha inaugurado el Teatro Sánchez Aguilar, en Samborondón. Lindo teatro, pero su aforo no llega ni a las 1.000 personas, sin embargo cumple una labor espectacular. Hay una cartelera para todo el año, el 90% de lo que se escenifica es de calidad. Con tres instituciones así Guayaquil y sus satélites territoriales serían un referente cultural. Soñamos.
El teatro Teresa Carreño en Caracas, un complejo cultural envidiable, y el Poliedro en la misma ciudad, son dos referentes de lo que puede y merece tener Guayaquil. Y que además daría cabida a shows internacionales de artistas populares. Eso financiaría el obviamente caro mantenimiento de los complejos culturales- artísticos.
DE TODO
María Teresa Guerrero, también conocida como la ‘Flaca’, a la sazón animadora principal de la fanesca también denominada En Contacto, se ha casado. Y en la playa. Y por segunda vez. A la gala de amor y arena no asistieron los dueños de la televisora en donde trabaja Guerrero. Ella ha dicho además que se marcha por dos años. Sus compañeros la veneran y no desean su partida. Pero el amor manda. Enhorabuena.
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Fabiola Véliz, hasta hace poco la chica mimada de TC, ha dejado de serlo. Ella ha avisado ya al mundo de su salida inminente de la televisora a la que llegó como participante de reality, ascendió a animadora y pasó luego a actriz de una comedia de secretarias. No va más, le dijeron, o se lo dijo ella a ellos, lo mismo da.
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De En contacto nos informan que al fin le han conseguido pareja televisiva a la bella Michela Pincay. Se trata del ex-Calle 7 Emiliano Yanuzzelli. Ya era hora, refresca la imagen y no es mala onda. Una carita feliz para ellos.
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Bajó el aporte de Fernando Montiel en el Club de la mañana de RTS. Se dice que se van a refrescar esos elencos....