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Terry Gilliam estrenó Gilliamismos

Miembro más radical de los Monty Phyton hace memoria

Terry Gilliam recorre su niñez en Minnesota, sus aventuras en Hollywood, hasta las fiestas vanguardistas de Nueva York, Los Ángeles y Londres.
Terry Gilliam recorre su niñez en Minnesota, sus aventuras en Hollywood, hasta las fiestas vanguardistas de Nueva York, Los Ángeles y Londres.
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26 de abril de 2016 - 00:00 - Redacción Telemix-Agencias

Es el miembro más visceral de los Monty Phyton y suya es la identidad gráfica del grupo británico, uno de los más influyentes de la historia de la comedia. A esas credenciales que le aseguran desde ya la posteridad, Terry Gilliam le suma ahora un libro de recuerdos titulado Gilliamismos.

Director de un cine fantástico de voz inconfundible recogida en títulos como Los héroes del tiempo (1981), Las aventuras del barón Munchausen (1988), El rey pescador (1991), Doce monos (1995) o la ya clásica Brazil (1985), aquella distopía sobre el totalitarismo que recordamos dolorosamente todas las mañanas de camino a la oficina. “Sé que en mi cabeza flota toda clase de mierdas raras, pero no quiero analizarlas, quiero ponerlas a trabajar”.

Terry Gilliam tiene un vasto recorrido que garantiza un libro de memorias colorista e inspirador. Su experiencia, aunque vinculada al cine y la televisión, se funda sobre su vocación de dibujante tocado por la contracultura, enriquecida por una personalidad ruidosa de sentido común que a sus 75 años le hace estar en el mundo como hay que estar, suspicaz con esta época, que él califica de demencial, en que gobierna la dichosa premisa de la ‘correccion política’.

En el libro, Gilliam revela el litigio que mantuvo para respetar la integridad de Brazil (1985) como alegoría en aquel momento fatal que marca el fin de la era industrial e inauguraba el fundamentalismo del libre mercado promovidos por Thatcher y Reagan.

En términos empresariales, el ahora escritor asegura que “solo hay otro lugar como Hollywood en Estados Unidos: Washington”, y en esa declaración mata dos pájaros de un tiro y recuerda que su primera incursión en solitario tras la cámara, La bestia del reino (1977) se quiso hacer una película antiamericana, “no de una forma política, sino simplemente contraria a la lente deformadora de Hollywood bajo la que yo había crecido”. (I)

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