Aquella petición de mano no podía ser más cinematográfica y hollywoodiense. Ella, la extenista Martina Navratilova, de rodillas, pidiéndole la mano a su novia, Julia Lemigova, con la voz entrecortada por la emoción y los nervios. Las cámaras de todo el mundo estaban pendientes de la respuesta porque la supercampeona lo hizo a través de las pantallas gigantes de la pista central Arthur Ashe de Nueva York, donde se estaba celebrando el Abierto de tenis de Estados Unidos, en septiembre pasado.

"Hemos estado juntas durante seis años y no puedo imaginar mi vida sin ti. Por favor, cásate conmigo", le pidió, anillo en mano. Aturdida por la sorpresa, la que fue la última Miss URSS antes de la disolución de la república soviética (ahora es empresaria), aceptó entre risas nerviosas. Con un abrazo sellaron el compromiso.

La ganadora de nueve torneos de Wimbledon, de 58 años, y su chica, de 42, se casaron ayer en Nueva York. La boda fue íntima, de modo que no recibieron los vítores y aplausos de los espectadores que por un momento dejaron de ver las semifinales del torneo para asistir a la petición de mano a través de las megapantallas de la pista. De hecho, la exdeportista ni siquiera comentó su enlace en Twitter, donde se muestra siempre muy activa.

Si la extenista (checoslovaca que se nacionalizó estadounidense) optó por hacer una pedida de mano tan mediática fue para que sirviera de "inspiración" para otras personas. Unas declaraciones coherentes con su activismo en favor de los derechos de la comunidad homosexual.

Navratilova explicó a la BBC poco después de desposarse: "Fue algo realmente raro. Con más de 50 años me caso por primera vez. Al haber crecido como una mujer gay nunca piensas que algo así vaya a suceder. Sin embargo, hace 10 años se aprobó el matrimonio homosexual y aquí estamos". Pese a la alegría por haber vivido un día tan especial, la actual comentarista deportiva lamentó que "todavía hay miedo de salir del armario en el mundo deportivo, especialmente entre los hombres".

La pareja que forman la premio Príncipe de Asturias y la exmodelo es sólida. Ha soportado incluso el zarpazo de una enfermedad tan dura como el cáncer; allí estuvo Lemigova cuando a su chica le diagnosticaron un cáncer de mama hace cuatro años. Ahora comparten la vida en Florida con los dos hijos que tuvo la primera con el millonario francés Edouard Stern, que era la 38ª fortuna de Francia cuando murió.