A Nathalie Vergara no le gusta encajar. No intenta hacerlo. Solo quiere sentirse libre. Hace lo que quiere y cuando quiere. Viste como desea, se impone sus propias reglas porque no le interesan las otras de otros.

Por eso la noche del 31 de diciembre de 2009 se comprometió consigo misma a vivir como Nata Cassette para escapar de cualquier convencionalismo cuando era la vertiginosa vocalista del disuelto grupo The Cassette, del que extrajo su apellido artístico.

Nunca se detiene. Siempre tiene algo entre manos. Quizás por eso no sorprende que a las ocho y media del viernes pasado haya llegado casi corriendo al minúsculo auditorio de la Alianza Francesa, donde minutos más tarde tocó con Monkey Puppets, su nueva banda. Una que ella misma gestó en Quito, la ciudad que desde hace cinco meses la acogió.

Llegó con la bajista Melanisha Williams y el baterista Esteban Carvajal, sus nuevos cómplices en aquella ruta que ella define como el “rock and roll y otros males”. Se situaron a la derecha del auditorio, casi al borde del escenario. Nata afinaba su guitarra Jackson café. Melanisha la secundaba, mientras que Esteban soltaba una que otra bocanada de un cigarrillo.

Esperaban pacientemente su turno para tocar. En el escenario estaba Espanta Ratas con un hard core punk agresivo.
Monkey Puppets subió pasadas las nueve de la noche. La acústica y la amplificación opacaba un poco la voz de Nata, quien le mete más rock and roll a sus canciones que su propuesta de power trío punk.

Tras tocar ‘Ciudad extraña’, ‘El perro y la llanta’ (que Nata había compuesto para The Cassettes), ‘Lo que no mata’ y ‘Bichos raros’, salieron del auditorio tal como entraron, con vértigo para tener tiempo con sus panas y uno que otro fan.

Nata, quien cumplió 24 años el pasado 23 de octubre, dejó que su melena rubia oculte la mitad derecha de su rostro, del que también sobresale un ‘piercing’ en su ceja. En el costado izquierdo deja ver el corte a rape de su sien. “Soy ‘bicho raro’, ¿y qué?”, dice sin la más mínima preocupación de que alguien cuestione su apariencia. No obstante, se muestra muy sociable, muy amiguera.

Cuenta que dejó su natal Guayaquil cuando Jalal Dubois, el mismo del programa ‘Vele, vele, vele’, le propuso formar parte del programa ‘Habla serio: sexualidad sin misterios’ que transmite Radio Pública.

Dubois, quien es uno de los dueños de Llamingo Films que produce el espacio radial y otros proyectos, conoció a Nata cuando participó con The Cassettes en el Quito Fest, que él mismo organiza. Hubo química y la propuso como imagen juvenil para hablar sobre sexualidad, cuenta ella.

Aunque a Nata se la conoce más por su peregrinaje en el rock, su coqueteo con los medios empezó a los 17 años cuando fue recepcionista de radio La Estación. “Yo no sirvo para estar con uniforme en una oficina. No sirvo para recepcionista. Me la pasaba metida en la cabina. Conocí a José Luis Gardella, quien me enseñó a producir jingles”, relata la cantante que también fue campeona nacional de taekwondo.

Descubrió que podía locutar, grabar y editar voces. Entendió lo que es la sonorización y musicalización para cuñas comerciales, al punto que con Gardella crearon Monofónico en 2007.

Aún estaba lejana la posibilidad de subirse a un escenario porque entonces creía que su vida estaba en las consolas. De hecho, estudió producción de sonido en el ITAE, pero se dio cuenta cuando estuvo en una audición para The Cassettes. Apenas sabía tocar un poco el bajo. Terminó como la ‘frontgirl’ del grupo -lo de cantar a su madre-, que además se encargó de publicitarlo.

Era 2009 y esa tarea la combinaba con sus tareas en Espina FX (ahora La Juguetería), hasta que surgió la probabilidad de experimentar en otro campo artístico insospechado para ella: la actuación.

Nata es Aleja, la mejor amiga de Paula (interpretada por Ángela Peñaherrera) en la cinta ‘Sin otoño, sin primavera’. Allí prácticamente se interpretó a sí misma. Y eso fue lo que quiso Iván Mora, el director del filme. Según ella, el cineasta la vio y le preguntó “¿quieres audicionar para una película?”. Nata, quien solo había acompañado a Ángela para retirar algo, aceptó.

Cuando en mayo pasado anunció la disolución del grupo The Cassettes, parecía que Nata y las demás chicas desaparecerían del mapa. Pero al irse a Quito conoció a Melanisha, una bajista santodomingueña, que también tocó música folclórica. La conoció a través del Facebook. Quería su propia banda.

Necesitaba un baterista y lo encontró en el pasado Rock Fest en Guayaquil. Como él es quiteño encajó con el plan de Nata. Se barajaron muchos nombres -uno de ellos Natallica- hasta que Esteban, el batero, citó Monkey Puppets -en referencia a Big Daddy and the Monkey Puppets, el grupo que tenía Jesse Capsopolis, el personaje que interpretaba John Stamos en la serie ochentera ‘Full House’-. Pasadas las diez Nata se fue. Le esperaban otras tocadas el fin de semana. Es parte de su naturaleza hiperactiva.