La respuesta de satisfacción de Vicente Carpio, al preguntarle cómo se siente al asistir al centro “La mano de Dios es amor”, se revela no solo en sus palabras sino en la emoción que transmite al contar las actividades que más disfruta: conversar con sus amigos, reír, aprender a leer y cantar.

Estar rodeado de adultos mayores como él, le ha permitido gozar de la compañía que le hacía falta en casa desde que enviudó. Situaciones similares se repiten entre las 40 personas que asisten al centro ubicado en el sector Cristo del Consuelo, en el suroeste de Guayaquil.

Maribel Quiñónez, presidenta de la Asociación Afroecuatoriana Mujeres de Lucha -que administra el centro de adultos mayores- señaló que la mayoría de las asistentes a la ‘guardería’ viven en los alrededores. En muchos caso la alimentación que reciben en el centro es la única durante el día.

A través de la colaboración del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) los adultos cuentan a diario con un desayuno, almuerzo y refrigerio, preparado por las promotoras de la organización.

Existe una diferencia entre las donaciones y centros de ayuda creados por personas con muchos recursos y el altruismo de quienes entregan casi todo, de lo poco que tienen.

Es el caso de la Asociación Mujeres de Lucha, fundada hace 17 años por Dolores Quinteros, que en medio de las carencias de sus administradoras logra llevar alegría a adultos y niños.

En el centro del Cristo del Consuelo, los ‘abuelos’ pasan 8 horas diarias y su jornada incluye clases para aprender a leer y escribir, como parte del programa de alfabetización dirigido por el Ministerio de Educación (MinEduc).

De eso Carpio está muy agradecido; asegura que retomó los estudios desde que culminó la primaria. Su compañera Lucía Vásquez, de 70 años, cuenta que lo que más le gusta practicar son las operaciones aritméticas de suma, resta, multiplicación y división.

Luego del almuerzo los adultos mayores tienen tiempo para realizar actividades como bingos, manualidades y bailoterapias. Además, una vez a la semana reciben terapias.

A Pedro Mindiolaza le gusta ponerle ritmo a las tardes. En 2003 un accidente le causó un trauma en la columna vertebral que lo dejó postrado a una silla de ruedas.

Eso no ha sido impedimento para estar lleno de entusiasmo y entonar la guitarra mientras sus demás compañeros cantan.

La asociación también cuenta con otro centro diurno de las mismas características en las calles Leonidas Plaza y la E. Suman 70 adultos mayores los beneficiados del servicio gratuito.

Quiñónez explica que otros 130 adultos mayores se reúnen en parques para hacer bailoterapia, gimnasia rítmica y manualidades, durante 2 horas diarias, mientras que otro grupo es visitado en sus domicilios. Una promotora se encarga de visitarlos cada día y de darles terapia física y enseñarles a leer.

Quiñónez revela que actualmente la organización también cuenta con cinco Centros Infantiles del Buen Vivir dirigidos a 250 niños.

Además administra microempresas como locales comunitarios, una panadería, un salón de costura y otro de computación. Otra actividad es un comedor para niños de escasos recursos del sector.

Según Quiñónez, aún necesitan de la colaboración de personas que quieran donar materiales para el trabajo de manualidades de los adultos mayores y de padrinos para los menores de edad. (I)