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Simiatug se pinta de color, alegría y bullicio una vez a la semana

La emblemática iglesia de Simiatug es un punto referencial. En su puerta se expenden las shigras hechas con lana de camélidos.
La emblemática iglesia de Simiatug es un punto referencial. En su puerta se expenden las shigras hechas con lana de camélidos.
Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
28 de julio de 2019 - 00:00 - Carlos Novoa

La “feria más pintoresca y folclórica” de la Sierra centro. Así se ha bautizado al evento comercial más importante de la parroquia Simiatug, perteneciente a la ciudad de Guaranda, en la provincia de Bolívar.

Esta es una de las localidades menos conocidas, pero a la vez más interesante y cautivante, de la región andina. En varias ocasiones ha sido objeto de estudios antropológicos y culturales, entre otras razones, por las particularidades de su feria.

El siguiente relato pormenoriza este acontecimiento semanal que, además de ser una actividad que genera recursos económicos, representa un atractivo más para Simiatug con trascendencia histórica y cultural.

Las artesanías y prendas de vestir, como ponchos, fajas multicolores y sombreros, se ofertan en las calles y plaza principal.Las artesanías y prendas de vestir, como ponchos, fajas multicolores y sombreros, se ofertan en las calles y plaza principal. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo

Antecedentes

Callejuelas completamente vacías, viento gélido y ruidoso, un eco que replica hasta el más mínimo tintineo, y casas centenarias. Ese es el panorama en el centro de Simiatug. Es miércoles y el reloj marca las 07:00.

A partir de esa hora, las densas nubes que se posan sobre esta parroquia ceden paso ante la imponente presencia del astro rey. Como una flor que se abre durante la fotosíntesis, este típico pueblito andino cobra vida mientras la temperatura sube algunos grados.

A las 07:30, atrás queda el ambiente silencioso y de desolación, aunque no del todo el viento gélido. “Con Dios de nuestro lado y la fuerza de nuestro espíritu saldremos adelante con fe, esfuerzo, mingas y talante”. Este corto, pero emotivo mensaje matutino se difunde a través de un rudimentario parlante ubicado en lo alto de una casona añeja.

“Es el llamado a la feria semanal. Mis abuelos contaban que esta frase la inventaron e instauraron unos misioneros jesuitas que aquí se radicaron varias décadas, a partir de los años 1930. Antes de marcharse, y luego de participar en las tareas de reconstrucción de las casas que destruyó un fuerte sismo, lo enseñaron a todos los vecinos”, explica con voz entrecortada Ruperto Yacchirema, octogenario agricultor.

Él, como el 70% de las 12.000 personas que reside en Simiatug, es indígena, de la etnia Tomabela. Esta nacionalidad se caracteriza por sus vestimentas típicas de colores rojo y negro, tanto para hombres como para mujeres.

Los miércoles los coloridos trajes tradicionales de la etnia Tomabela se exhiben en la feria de Simiatug.Los miércoles los coloridos trajes tradicionales de la etnia Tomabela se exhiben en la feria de Simiatug. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo

Descripción de la feria

Allí, como en las otras ocho parroquias de Guaranda, existen tradiciones, casas, paisajes y sistemas de comercialización a los que no parecen afectar la modernidad, el paso del tiempo, ni las actuales tendencias sociales.

Quien llega por primera vez, de seguro piensa que es una localidad fantasma pues el 85% de la semana sus calles, portones, iglesias, plazas y parques permanecen casi vacíos.

Tras siete días de labores agrícolas, los comuneros anhelan que llegue el miércoles para vender sus verduras, frutas, animales menores, artesanías, prendas de vestir, herramientas agrícolas, entre otras mercancías.

Fina Godoy, presidenta de la Asociación Siembra Andina, encargada de la venta y compra de hortalizas, destaca el evento comercial.  

“La feria de San Simón y esta localidad son muy conocidas en Guaranda y la región. Desde Tungurahua y Chimborazo llega gran cantidad de compradores, muchos son dueños de comedores que adquieren productos libres de químicos, acompañados de vendedores de zapatos, ollas, ropa, ponchos y otros textiles”, dice Godoy.

El expendio masivo tiene lugar en la plaza principal, cerca de la iglesia. La actividad empieza a las 08:00, hora en que además se ofertan platos típicos de Bolívar, como chigüiles y tamales.

Las mujeres, la mayoría,  elaboran las artesanías  a mano y con técnicas ancestrales de tejido, urdido y zurcido.Las mujeres, la mayoría, elaboran las artesanías a mano y con técnicas ancestrales de tejido, urdido y zurcido. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo

Artesanías

Además de los productos comestibles, cerca a la basílica, un punto turístico y referencial de la parroquia, se expenden shigras, bufandas, ponchos, sombreros, pulseras, fajas, más prendas y accesorios elaborados con fibras animales y vegetales.

“Este primer producto, una especie de bolso-canasto, se elabora con lana de llamingo y de borrego. Es muy demandado. Nos hemos convertido en uno de los pocos sectores del país donde aún se lo elabora”, dice Ana Silva, artesana de Simiatug.

Estos artículos están valorados entre $ 8 y $ 25, depende del tamaño, colores, acabados y fibras con las que se manufacturan.

El nombre del pueblo fue acuñado antes de la llegada de los colonos españoles. Pese a que no hay una teoría oficial sobre esto, se cree que fue impuesto por la presencia de lobos en la zona.

“Nuestros abuelos nos contaban que en el siglo pasado en las colinas había muchas madrigueras de estos mamíferos, denominados ‘lomo plateado’ y ‘zorros colorados”, comenta Ernestina Saltos, agricultora y comerciante del pueblo.

De acuerdo a Saltos, estos animales evitaban que la tórtola y el pájaro cebadero devoraran las plantaciones de cereales. En su honor se nombró al pueblo Simiatug, que proviene de las palabras en kichwa “simi” y “atuq” y que significan “boca” y “lobo”, respectivamente.

Al igual que en la parroquia Pasa de Ambato, aunque en menor cantidad, en Simiatug se elaboran camisas y pantalones para etnias indígenas de la Sierra centro. “Por esta razón, por su historia y por sus bellos paisajes con colinas de diversos colores, todo ecuatoriano debería conocer Simiatug”, indica el historiador ambateño Pedro Reino. (I)

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