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Entrevista

Segunda ola en América Latina: “Lo peor está por venir”

Dr. Jan Felix Drexler, virólogo y profesor de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín.
Dr. Jan Felix Drexler, virólogo y profesor de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín.
Tomada de Agencia DW
19 de enero de 2021 - 01:42 - Agencia DW

El Dr. Jan Felix Drexler, virólogo y profesor de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín, es consejero científico de la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) y dirige delegaciones que ayudan a los Gobiernos latinoamericanos en su lucha contra el nuevo coronavirus.

Tiene amplia experiencia profesional en América Latina, donde también llevó a cabo proyectos para combatir el zika.

La segunda ola de coronavirus se hace cada vez más evidente en Latinoamérica: en México, Colombia, Perú o Brasil los contagios se han multiplicado, en los hospitales escasea nuevamente el oxígeno y ya no hay camas de cuidados intensivos. ¿Son estas cifras el resultado de la Navidad y el Año Nuevo?

Sí, pero no solo por eso. Las playas de Brasil, por ejemplo, ahora están llenas de gente. Obviamente, todo depende de las regulaciones de cada uno de los países, pero en general, la banalización de la pandemia y la movilización de la gente sintiéndose segura han contribuido al aumento de casos. Y eso que todavía no estamos entrando a las estaciones más frías y riesgosas en esta región.

Esto es muy preocupante porque demuestra claramente que las personas se sentían confiadas por una supuesta inmunidad de rebaño en la primera ola.

No hay que ser Nostradamus para saber lo que va a ocurrir a partir de marzo. Este es un gran problema porque suponemos que los países europeos, por ejemplo, tardarán casi todo el 2021 para vacunar hasta un nivel que podría corresponder a una inmunidad de rebaño.

Lea también: Byron Núñez: "Esta pandemia se terminará cuando se dé la famosa inmunidad de rebaño"

En América Latina, con menor acceso a vacunas y una infraestructura de vacunación más débil tardarán mucho más. Esta segunda ola es muy triste y el problema es que esto todavía no es lo peor; lo peor está por venir, si no evitamos la transmisión del virus.

Durante el verano europeo, el número de infecciones bajó, y se creía que el virus se debilitaba en esa estación, pero en Sudamérica, por ejemplo, eso no está ocurriendo. ¿Qué tanto tendrían que ver las nuevas variantes del virus, de las que ya hay casos en la región?

Es muy difícil decirlo. Todavía nos faltan datos sobre muchas de estas variantes. También hay que destacar que estas variantes, probablemente, no son lo suficientemente distintas a las del inicio de la pandemia como para poder escapar de la inmunidad adquirida con la primera infección.

Entonces, no debemos suponer que este rebrote sería causado porque el virus ya ha mutado y es lo suficientemente distinto al virus anterior que estaba circulando. Seguimos teniendo el mismo virus con variación, pero no es lo suficientemente distinta para explicar el rebrote.

¿No se puede decir aún qué diferencias hay entre la mutación brasileña, la británica o la sudafricana?

No. Es muy normal que haya siempre nuevas mutaciones. Existen algunos datos, por ejemplo, de la primera mutación de julio: la proteína espícula (D614), es una de las primeras que encontramos mundialmente en aumento. Esta es, al parecer, 10 veces más transmisible, y la británica tiende a ir en ese camino.

También es bastante normal que algunas variaciones del virus puedan llegar a ser dominantes en una región determinada. Pero no se debe confundir transmisibilidad con patogénesis. Es posible, pero no lo sabemos todavía, que algunas de las variantes sean más transmisibles, pero al mismo tiempo podrían matar menos gente.

Entonces, ¿vendrán más mutaciones? ¿cuántas veces puede cambiar un virus?

Cuando hay una circulación intensa del virus, pueden surgir fácilmente nuevas variantes. Probablemente, como tenemos una circulación tan intensa del covid-19 en el planeta, estaremos viviendo entre unos cinco a 10 años de mutación intensa. Y después, tal vez, cuando tengamos una inmunidad de rebaño, el virus cambie de comportamiento y llegue a ser mucho más estable y mucho menos peligroso para nosotros.

Algunos expertos indican que la mutación británica, por ejemplo, ya había llegado hace mucho tiempo a la región. ¿Cree usted que muchos países latinoamericanos no tienen la información correcta sobre la mutación del virus y que, por tanto, estas son identificadas muy tarde?

Es cierto. Primero, es posible que haya surgimiento de mutaciones en distintos lugares del mundo, pero también es muy lógico que haya una circulación global del virus, o sea, una transmisión intensa por el contacto entre los países y los continentes.

También es cierto que en los países de América Latina la infraestructura para analizar el genoma de los virus es más débil en comparación con Europa, Estados Unidos o Japón.

Pero, por ejemplo, en Alemania el ministro de Salud acaba de invertir 200 millones de euros para los estudios del genoma del virus. Tampoco estábamos tan bien aquí, pero siempre se puede mejorar.

¿Qué tan eficientes son las vacunas ya desarrolladas frente a estas nuevas mutaciones?

Las vacunas actuales son eficientes. Los pocos datos que tenemos, por ahora, indican que no necesitamos preocuparnos. Ningún dato muestra todavía una variación completa del virus, como sí la inmunidad inducida por una vacuna. Lo que más nos preocupa ahora es ver cómo y con qué velocidad se podría vacunar a una proporción importante de la población en América Latina.

Solo cinco países de América Latina han empezado con la inoculación de la población. Otros apenas han anunciado acuerdos para obtener vacunas, pero a partir del segundo semestre del año. La OMS ha criticado que solo 10 países del mundo concentren el 95% de las vacunas. ¿Era esto previsible?

Siempre dijimos que hay que ser solidarios y que esta pandemia había que responderla de manera global. Es responsabilidad de las farmacéuticas y de los países ricos garantizar un acceso igualitario de los países más vulnerables a la vacuna. Creo que el punto aquí también, como siempre he dicho, es que hay que evitar la politización de la pandemia.

No queremos que países pobres de América Latina dependan de uno o dos países productores de vacunas. Hay que lograr un acceso universal y transparente, como por ejemplo con la iniciativa COVAX, pero esta iniciativa tampoco garantiza el acceso de toda la población a las vacunas. (I)

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