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Cada año Ecuador descubre de 8 a 18 especies de anfibios

Izq: La rana de cristal de Manduriacu (Nymphargus manduriacu) fue descrita en febrero de 2019 y se encuentra en peligro de extinción. Centro: Hyloscirtus hillisi fue descubierta en las laderas de la cordillera del Cóndor, en los Andes orientales. Der.: Fanolis hyacinthogularis es un tipo de lagartija que mide 56,8 mm y fue descrita por el científico Omar Torres, curador de reptiles de la PUCE.
Izq: La rana de cristal de Manduriacu (Nymphargus manduriacu) fue descrita en febrero de 2019 y se encuentra en peligro de extinción. Centro: Hyloscirtus hillisi fue descubierta en las laderas de la cordillera del Cóndor, en los Andes orientales. Der.: Fanolis hyacinthogularis es un tipo de lagartija que mide 56,8 mm y fue descrita por el científico Omar Torres, curador de reptiles de la PUCE.
Fotos: Cortesía
31 de marzo de 2019 - 00:00 - Amanda Granda

En Ecuador, según datos del Ministerio del Ambiente (MAE), desde 2016 hasta  2018 se descubrieron 102 nuevas especies animales, entre aves, anfibios y reptiles.

Para que, oficialmente, una especie sea catalogada como “nueva”, es necesario que su descripción sea parte de una revista científica internacional.

Antes de la publicación, un grupo de expertos realiza un análisis exhaustivo de la información que se recibe. Si se cumplen los parámetros establecidos, el artículo se publica y la nueva especie ingresa en la lista de biodiversidad del país en el que fue descubierta.

En septiembre de 2018 The Auk publicó el hallazgo de un nuevo tipo de colibrí. Se trata de Oreotrochilus cyanolaemus (estrella de garganta azul). Esa característica es única entre todas las especies de estas aves que existen en el país.

Información del Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio) indica que el ave fue descubierta en los páramos del suroccidente ecuatoriano. Esta especie es endémica de El Oro y Loja (solo ha sido reportada en esa zona).

Al mismo tiempo que el mundo conocía el descubrimiento de esta especie, también se enteraba de que por el área reducida en que habita fue catalogada “en peligro crítico”.

Según la investigación de Inabio, es alta la degradación del hábitat en que se encuentra esa especie por la quema del páramo, la agricultura, la ganadería y la minería.

Medio año después, en febrero de 2019, la misma realidad le tocó vivir a Nymphargus manduriacu (la rana de cristal de Manduriacu). La descripción del anfibio consta en un artículo científico de la revista Peer J y la Unión Internacional para la Conservación (UICN) la registró en la misma categoría que se encuentra el colibrí.

Diego Cisneros, uno de los autores de la publicación de la nueva especie de anfibio, sostiene que las actividades mineras son un peligro para este tipo de fauna. A esto se suma la pérdida de su hábitat debido a actividades relacionadas con la agricultura, la extracción de madera y las plantaciones de palma.

A escala mundial y nacional, al menos un tercio de los anfibios está amenazado. Sin embargo, es el grupo de animales que más se describe.

Santiago Ron, curador de este tipo de fauna y docente de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), informa que cada año se descubren en el territorio nacional entre ocho y 18 nuevas especies de anfibios.

Una de las razones para que este tipo de animales lidere la lista de nuevas especies es que, a diferencia de los mamíferos y las aves, no capta el interés de la comunidad científica y sus rangos de distribución son pequeños.

Los registros del MAE indican que en 2018 se describieron 85 tipos de anfibios. En lo que va de 2019, según Ron, se hallaron nueve especies nunca antes descritas. Una de ellas es Lynchius megacephalus, que significa cabeza grande.   

El ejemplar fue localizado en la cordillera andina del sur, específicamente en los páramos del Parque Nacional Yacuri. El autor principal del estudio, Juan Carlos Sánchez, investigador de la Universidad del Azuay, informa que en la zona donde se halló el ejemplar se muestreó por un buen tiempo.

El anfibio, del que se localizó un solo ejemplar, se caracteriza por tener un cráneo de grandes dimensiones y fuertemente osificado, un fenómeno que los investigadores denominan exostosis craneal espiculada o, que es lo mismo, crestas craneales.

Ron adelanta que en la actualidad el equipo de la PUCE trabaja en la publicación de un artículo científico en el que detallan el descubrimiento de 11 nuevas especies de anfibios.

En el proyecto Arca de Noé, de la Universidad Católica, Santiago Ron informa que ahí se crían en cautiverio ciertas especies de anfibios para conservación.En el proyecto Arca de Noé, de la Universidad Católica, Santiago Ron informa que ahí se crían en cautiverio ciertas especies de anfibios para conservación. Foto: Cortesía

Otro centro de educación superior que investiga sobre biodiversidad es la Universidad Amazónica Ikiam, ubicada en El Tena. El biólogo y docente Mauricio Ortega comenta que, durante una salida de campo, en la Reserva Biológica Colonso Chalupas, un grupo de alumnos y profesores recolectó ejemplares que, al parecer, anteriormente no fueron descritos.

Si los análisis moleculares son favorables, los científicos de Ikiam aportarían con el descubrimiento de otras 10 nuevas especies de anfibios en lo que va del año.

Después de los anfibios, los reptiles son el grupo de fauna que más se describe. Omar Torres, curador de reptiles del Museo de Zoología de la PUCE, informa que en su laboratorio se trabaja en la descripción de 10 nuevas especies de reptiles.

En 2018 se conoció el hallazgo de cinco nuevos tipos de culebras caracoleras. Alejandro Arteaga, director científico de Tropical Herping, hizo la investigación y la publicó en la revista científica ZooKeys.

Para el científico, su descubrimiento fue una contribución para mejorar la conservación de los ecosistemas en los que habitan, luchar contra la amenaza de extinción que afrontan cuatro de ellas, además de diversificar la matriz productiva del país.

Los reptiles, al igual que todos los grupos de animales silvestres, cumplen un rol fundamental en los ecosistemas que habitan.

Las lagartijas, al alimentarse de insectos, actúan como controladores de plagas para la agricultura, mientras que las culebras que consumen ratones regulan las poblaciones de roedores. También los anfibios y reptiles son presas de animales más grandes. Eso permite el funcionamiento apto de la cadena alimenticia.

Los anfibios, al ser sensibles ante la contaminación del agua, el suelo y el aire, actúan como indicadores del ambiente. Esta fauna habita en ecosistemas en buenas condiciones. Otro de los beneficios que este grupo de animales da a la humanidad es su potencial biomédico.

Sara Álvarez, coordinadora de la carrera de Ecosistemas de Ikiam, analiza con sus estudiantes a la rana Ramitomeya variabilis, una especie venenosa de la que se podrían extraer sustancias para elaborar fármacos.

Otra docente que trabaja en esta área es Carolina Proaño. Ella descubrió un anfibio que en su piel alberga moléculas con propiedades antibióticas, que tendrían uso medicinal contra bacterias y levaduras.

Los datos científicos recabados hasta ahora muestran la diversidad molecular contenida en la piel de otra rana, la Cruziohyla calcarifer. En el anfibio se identificaron, hasta ahora, al menos 53 péptidos, moléculas formadas por aminoácidos. (I)

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