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Las luces se apagaron a nivel mundial por la Hora del Planeta

Lupita Cifuentes (der.), de WWF, enseña a los niños los perjuicios del plástico. Cada persona utiliza un promedio semanal de 350 gramos de este material.
Lupita Cifuentes (der.), de WWF, enseña a los niños los perjuicios del plástico. Cada persona utiliza un promedio semanal de 350 gramos de este material.
Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo
31 de marzo de 2019 - 00:00 - Redacción Actualidad

A reciclar, Quito, a reciclar, porque Quito somos todos, lo tenemos que cuidar...”, sonaba ayer la canción durante La Hora del Planeta, evento mundial que busca disminuir la contaminación y salvar el planeta.

La canción se escuchó por repetidas ocasiones durante el programa que promovieron el Municipio Metropolitano de Quito y alrededor de 20 instituciones, cuya misión es cambiar los malos hábitos de la ciudadanía en lo que se refiere al manejo de la basura y desperdicio de los recursos naturales.

María Vallejo, oficial de comunicación y educación en World Wide Fund Ecuador (WWF), la ONG que impulsa esta iniciativa a escala global, explicó que si bien La Hora del Planeta consiste en no usar energía de ningún tipo durante 60 minutos, el último sábado de cada marzo, el verdadero objetivo es luchar contra el daño ambiental que produce el plástico.

La noche del sábado 30 de marzo, la parte más simbólica de la acogida de esta iniciativa en la ciudad fue apagar las luces de la Virgen de Legarda, en El Panecillo, entre las 20:30 y 21:30; horario en el que quienes se unieron a la idea se quedaron a oscuras a lo largo y ancho de la urbe.

Pero, como dijo Vallejo, el propósito va más allá del ahorro de energía; la WWF Ecuador entregará una carta a los alcaldes y concejales electos en los 221 municipios del país; en dicha misiva les pedirá asumir acciones de protección a la naturaleza, como ordenanzas para inducir al consumo de plásticos biodegradables y reducir al máximo la utilización de plásticos de un solo uso, como sorbetes y vasos, entre otros.

Parte de las firmas de respaldo para entregar la carta las recogieron el sábado 30 de marzo en el Parque Cañones de San Martín, en Solanda, donde el Ayuntamiento capitalino llevó adelante la feria y el certamen 2019 de La Hora del Planeta.

Otras organizaciones que también participaron en el evento fueron la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec) y la Fundación Llena una Botella de Amor.

La Renarec exhibió productos de su naciente unidad de negocios, como cuadernos, individuales y mangueras hechas con plástico reciclado, mientras Llena una Botella de Amor invitó a los pobladores a recoger botellas plásticas, las fundas de plástico común y entregarlas en la fundación.

“Con ese material fabricaremos madera plástica; con esta madera se pueden hacer miles de cosas, como muebles, divisiones... aunque lo que más nos interesa es la construcción de casas”, detalló Pilar Ramos, directora de la entidad.  

La Secretaría de Ambiente, del Municipio Metropolitano de Quito, comunicó que las obras de relleno de la quebrada Río Grande, donde se escenificó el programa, avanzan y aquí se levantará un punto ecológico; en este la ciudadanía podrá llevar sus residuos orgánicos y se capacitará sobre temáticas ambientales.

Además, el sábado 30 de marzo se premió al Colegio María Augusta Urrutia y a la Escuela San Gabriel, cuyos proyectos ganaron un concurso sobre ideas ecológicas que activó el Cabildo.  

Cada plantel recibió 25 plantas de árboles frutales endémicos de la capital y seis contenedores para los distintos tipos de basura. Los estudiantes de ambos establecimientos y los otros del sector fueron capacitados sobre protección ambiental.

El Ayuntamiento permitió, además, que vendedores de comidas formen parte de la feria, pero condicionó su presencia al uso de recipientes elaborados con materiales biodegradables; los comerciantes fueron instruidos al respecto.

Hernán Encalada, presidente del barrio La Dolorosa del Valle, en el sur de Quito, se mostró satisfecho por el aleccionamiento, precisó que las 31 familias que habitan en el sector que preside saben ahora cómo manejar los desechos.

Este barrio montó una carpa donde ofreció cebichochos, salchipapas, papipollo, piñas y sandías. Los responsables de la venta usaron platos y vasos elaborados con caña. Los expendedores que no consiguieron este tipo de vajilla usaron platos de porcelana o de otros materiales perdurables. (I)

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