Eduardo Macías tiene pocos años en el mundo de las ventas. Cerca de 5. Trabajó primero en una tienda de ropa exclusiva en un centro comercial de la ciudad, pero ahora, en cambio, ofrece varios artículos y accesorios para el hogar vía telefónica a personas “referidas”.

Está consciente de que no es  fácil convencer a clientes por medio de una llamada, pero cree que con un poco de paciencia y un lenguaje fluido sí se logran los objetivos.

“Cuando ya tenemos cerrado un negocio, le pedimos a esa misma persona que nos recomiende a otra. Entonces cuando timbramos a este ya le damos como referencia la venta anterior y las cosas se facilitan un poco”, mencionó.

Macías reconoce que es abismal el cambio en relación a su trabajo anterior, no obstante considera que lo principal es que ya no se tiene temor a las personas.

Recordó que antes los interesados eran los que llegaban a la boutique y a veces ni siquiera se decidían qué prenda escoger, ahora, estima, es al revés y es él quien debe ofertar todo lo que tiene.

Añadió que hablar con una persona a la que jamás se ha visto es difícil, pero más complejo es tratar de convencerla.
“Hay que tener actitud. Eso es todo. Uno debe estar alerta y crearle la necesidad a quien está al otro lado del teléfono. De esa manera es como se llega”, advirtió.

Para este  ejecutivo de ventas el “no” de un cliente no lo amilana y  cuando se le cierra una puerta “hay diez más que están abiertas”. “De esta manera es como se puede seguir y esa es la base para todos los vendedores”, destacó.

En paralelo al comercio de accesorios para el hogar, Macías junto con su hermano Xavier son propietarios de un local de películas y juegos de video.

Lo que aprendió  cuando laboraba en la tienda de ropa y lo que pone en práctica día a día en este último establecimiento le sirve para saber como tratar a los clientes en el otro trabajo. “Eso es lo primordial en cualquiera de los tres sitios donde estuve”, puntualizó.