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Eslovaquia, Rumania, la República Checa y Hungría votaron en contra de la distribución por cuotas

La UE acuerda un reparto insuficiente de 120.000 refugiados

Refugiados hacen cola para inscribirse en un campamento después de cruzar la frontera Grecia-Macedonia. Foto: AFP
Refugiados hacen cola para inscribirse en un campamento después de cruzar la frontera Grecia-Macedonia. Foto: AFP
23 de septiembre de 2015 - 00:00 - Agencias AFP y Prensa Latina

Bruselas/ Bélgica.-

Eslovaquia, Rumania, la República Checa y Hungría votaron en contra del plan de los ministros europeos para distribuir los migrantes que buscan asilo. Finlandia se abstuvo de pronunciarse. Fue un largo debate que probó la habilidad de Europa para lograr un consenso de uno de los temas más divididos desde la caída del comunismo: la migración.

Los ministros del Interior de la Unión Europea (UE) acordaron reubicar apenas 120.000 migrantes, un número insuficiente tomando en cuenta la cantidad de personas que han llegado en los últimos meses.

El pacto consta de 2 fases. La primera supondrá el traslado de 66.000 personas desde Grecia e Italia -las 2 principales puertas de entrada- a lo largo de este año. La segunda incluirá la distribución de otras 44.000 en 2016.

En ambos casos, los países receptores decidirán en función de un sistema de cuotas que ha considerado la capacidad económica y de integración de los distintos países miembros. “No es un acuerdo perfecto, pero nos permitirá comenzar a trabajar sobre los problemas que estamos enfrentando”, indicó una fuente diplomática.

España acogerá a 14.931 personas; Alemania, a 31.443, y Francia, a 24.031, de acuerdo a la última propuesta realizada por la Comisión.

El Banco Europeo de Inversiones (BEI) ofreció sus servicios para financiar a bajo coste la construcción de alojamientos o las políticas de integración, sanidad y educación necesarias, de acuerdo al comunicado emitido por su presidente, Werner Hoyer.

El acuerdo no excluye la adopción de otras medidas, como son el aumento de los controles fronterizos o la inversión en campos de refugiados para limitar las llegadas al continente. Alemania, que espera hasta 800.000 demandas de asilo, está a la cabeza de esta reivindicación.

En este sentido, el rey Abdalá II de Jordania pidió ayer a la comunidad internacional que extienda la ayuda que está prestando a su reino, que acoge en la actualidad a 1’400.000 ciudadanos sirios.

En términos comparados, las 120.000 personas que recibirán asistencia no suponen ni el 17% de las 700.000 demandas de asilo que ha recibido la UE este año. Además, solo constituyen el 24% de los 500.000 cruces irregulares de la frontera continental registrados por la agencia Frontex.

Por último, apenas son el 12% del millón de desplazados que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) calculan llegarían a Europa este año.

El plan no es del todo seguro, pues hoy se discutirá nuevamente por los 28 líderes del bloque, que se citaron en una reunión de emergencia. No está claro si los países que se oponen al proyecto lograrán convencer al resto y tendrán un voto determinante.

Un camino de 20 kilómetros

En tanto, la marea de refugiados no se detiene. Entre 2.000 y 3.000 refugiados entraron en Croacia en la madrugada de este martes desde Serbia, tras caminar un tramo de 20 kilómetros entre Bapska y Sarengrad, en la frontera, hasta el centro de recepción de Opatovac, en el extremo este del país, informó la televisión pública HTV.

La fluctuación y la situación geográfica dejan un volumen flotante de 2.500 refugiados en este centro, mientras que los demás están vacíos.

En el lugar se evidencia la tensión y el nerviosismo entre los refugiados, “que afrontan una situación de descontrol y desorganización”, muy cansados, agotados y con mucho frío, para hacer cola ante el centro donde son registrados y reciben ayuda humanitaria y alojamiento.

Rivalidades entre países

Más allá de las dificultades logísticas y administrativas, la gestión de la avalancha humana despertó viejas rivalidades y tensiones entre Serbia y Croacia, vecinos unidos por la geografía y separados por diferencias. El Gobierno serbio denuncia el daño producido por la decisión croata de cortar el tránsito transfronterizo de camiones a causa del enorme flujo de inmigrantes.

“No existe ninguna explicación racional para parar la circulación de mercancías en una de las arterias principales”, declaró ayer el ministro de Justicia serbio, Nikola Selakovic. “Si la prohibición no se retira, nos veremos obligados a pedir por vía jurídica protección para nuestro país”, dijo el primer ministro serbio, Aleksandar Vucic.

Su similar croata, Zoran Milanovic, comentó que Serbia no tiene derecho de acusar a Croacia de nada. “Serbia es un país que desde hace meses no controla su frontera. Toda esa gente no nos viene de Madagascar, sino desde ese país”, añadió.  (I)

Hungría ordena disparar contra los inmigrantes

Hungría quiere seguir siendo el enemigo europeo número uno de los refugiados que van llegando al continente. El Parlamento húngaro aprobó el lunes una nueva ley -por una mayoría de 151 votos contra 12 y 27 abstenciones- que refuerza las atribuciones policiales y militares para la gestión migratoria y autoriza al Ejército a disparar en algunas circunstancias. La ultraderecha de Jobbik votó con el partido gobernante Fidesz para alcanzar los dos tercios de los diputados.

El texto permite al gobierno de Víktor Orban el despliegue de las Fuerzas Armadas en las fronteras y a disparar con la condición de que los tiros “no sean mortales”, una condición difícil de cumplir en aglomeraciones de personas como las que se vivieron la semana pasada en la frontera húngaro-serbia.

Al Ejército también se le dan atribuciones policiales, como las de hacer controles de identidad y detener a migrantes y refugiados. Además, policías y militares podrán utilizar unas pistolas que lanzan redes para capturar en ellas a los refugiados. También será posible usar pelotas de goma, artefactos pirotécnicos y gases lacrimógenos.

Esta nueva ley completa la que entró en vigor el 15 de septiembre que permite a la Policía asaltar domicilios donde crea que se esconden refugiados, sin necesidad de una orden judicial. (I)

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