María Belén Candado, de 18 años, nació con paraplejia. Gran parte de su niñez la pasó en el Hospital del Niño para someterse a intervenciones quirúrgicas y rehabilitaciones que le permitieran caminar por sí sola.

Nacida en Nobol, la joven, quien es hija única, fue abanderada y virreina en el colegio. Ahora volvió a cosechar un nuevo triunfo: ser una de las beneficiarias de la beca ‘Eloy Alfaro’. Este incentivo se entrega a estudiantes, cuyos familiares reciben el bono de desarrollo humano (BDH).

Reconoce que cuando recibió la noticia dudó en aceptarla debido a lo que representaba movilizarse de Nobol a la Universidad de Guayaquil, donde estudiará Ingeniería en Sistemas de Calidad y Emprendimiento. Volvió a verlo como un nuevo reto y tiene planeado destinar el dinero en la contratación de un expreso.  “Antes pensaba estudiar en la mañana y trabajar en las noches, pero con este incentivo voy a  concentrarme y demostrarme que puedo ser mejor”.

El acceso a la educación superior y evitar la deserción en los estudios en bachilleres que han sido excluidos de la universidad son 2 de los objetivos de las becas ‘Eloy Alfaro’.

René Ramírez, secretario nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), reveló que en este último período, de diciembre a marzo, se incrementó la matrícula en 7% en los estratos más pobres, logrado a través de las políticas de democratización y el incentivo.

Agregó que luego de tomarse el Examen Nacional de Educación Superior, el 13% de los estudiantes en el país tiene la posibilidad de recibir la beca ‘Eloy Alfaro’. La ayuda consiste en $ 170 para quienes realizan el curso de nivelación y de $ 340 para los que concluyan e ingresen a primer año con un promedio superior a 8,5 puntos sobre 10.

“Buscamos que se dé un proceso de igualdad de oportunidades, que los ecuatorianos tengan la posibilidad de acceder a la universidad y que tengan los incentivos para dedicarse a estudiar, porque a través de ello la probabilidad de mejorar sus condiciones de vida incrementan de forma importante”, dijo.

Ramírez aseguró que en el país son un promedio de 4.800 los beneficiarios de las becas. En Guayaquil 150 estudiantes ya recibieron la ayuda, de los 2.100 que están en lista de espera. Conseguir la beca dependerá del ingreso de documentos en el Instituto Ecuatoriano de Crédito Educativo (IECE), que se encarga de hacer efectivo el pago y darle seguimiento.

Otras historias de vida

José Luis Barreiro Segovia es otro de los becarios. Hace 20 años vive en la Cooperativa Pablo Neruda, en el Guasmo, donde recibió la visita  de René Ramírez, quien le entregó el certificado.  

Su madre Benilda Segovia, quien hace 16 años recibe el BDH, dijo que ve con orgullo que su hijo curse la universidad. “Es el único de sus hermanos que llegó a ese nivel”.

El joven guayaquileño alcanzó cerca de 870 puntos tras rendir el ENES. En el momento de la entrega de la beca, su padre expresó con emoción: “veo en él lo que no pude ser cuando era joven”. José Luis hace unos meses se prepara en el curso de nivelación para seguir la carrera de Ciencias Química, con la que espera posteriormente ingresar a una empresa de alimentos para trabajar en el área de calidad.

JÓVENES SE REÚNEN CON RENÉ RAMÍREZ

René Ramírez, titular de la Senescyt, se reunió a puertas cerradas, en Guayaquil, con algunos representantes de la Federación de Estudiantes de Universidades Particulares del Ecuador para tratar la regulación de aranceles en las universidades particulares y escuelas politécnicas del país.

Durante el acto de entrega de becas dijo que la disposición busca la democratización en el acceso no solo en la universidad pública, porque la gratuidad no es suficiente. “Las universidades particulares son elitistas en términos socioeconómicos, el 70% de las matrículas en estas se concentra en el 30% más rico y es cuando más se dan incremento de 70% hasta 150%. Esto produce la deserción universitaria”.

Luis Peñafiel, de la Universidad de Azuay, explicó a Ramírez que las federaciones respaldan la regulación. Pero esperan que en la norma se contemple que los estudiantes sean los veedores, para “conocer cómo se destinan los fondos en las universidades”.