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La recomendación en vacaciones es combinar estudios y diversión

La recomendación en vacaciones es combinar estudios y diversión
23 de junio de 2012 - 00:00

Estudiar cinco años seguidos -durante cada período de vacaciones- la función del “verbo to be” puede resultarle sumamente tedioso a un joven. También constituye un espacio para aburrirse y  perder el tiempo, basado en una decisión tomada por los padres que no analizan con detenimiento el contenido de los cursos vacacionales.

Comienza el tiempo de asueto en la Sierra y muchas familias se preguntan. ¿Es tiempo de seguir estudiando o de aprender habilidades distintas a las que dictamina el regimen estudiantil? Los profesores, estudiantes y especialistas consultados coinciden en que es mejor combinar actividades distintas y eschar los requerimientos de los niños y jóvenes, porque cuando termina la escuela, empieza un tiempo único para ejercitar nuevas destrezas que no se aprenden en las aulas.

Sin embargo, algunos jóvenes inician su período de descanso con supletorios a cuestas. Alex Paredes, por ejemplo, tiene 14 años y sabe que se enfrentará pronto al último examen de Matemáticas. El año anterior pasó esa materia “con las justas”.

“Las clases de verano no son negativas. El estudiante se mantiene ocupado, también es un espacio en donde puede socializar, pero ante todo se prepara para el próximo año lectivo y entra con bases suficientes”, indica Ricardo Acosta, orientador vocacional.

Algunos jóvenes como Alex se preparan para los supletorios. Por ahora él estudia para el examen con la ayuda de su hermano mayor, que es arquitecto, quien le da clases cuando llega en las noches: “Mi ñaño es un capo para los números, yo no puedo lidiar con las fórmulas ni con las ecuaciones”, comenta. 

Para su mamá, lo más importante es que “se mantenga ocupado” y alejado de la televisión, que durante las vacaciones lo absorbe con sus programas, cada mañana. Ella le está buscando un curso de Matemáticas y otro de Dibujo.

Si bien es importante que los estudiantes saquen buenas notas en los exámenes supletorios, algunos profesores creen que no se los debe “saturar” por más bajas calificaciones que hayan obtenido durante el año escolar. Ese es el criterio del profesor de Educación Física Kléver Jara. “Los alumnos han trabajado sus capacidades cognitivas. Al terminar el año lectivo tienen derecho a desarrollar otras habilidades”.

También existen padres que solicitan clases a domicilio, señala Carmen Cerda, profesora de Inglés, quien recibe mayores pedidos de clases particulares durante las vacaciones. “Muchos padres solicitan las clases para mantener a sus hijos vigilados y ocupados”, dice.

23-06-12-sociedad-voleySin embargo, ella considera que los profesores que enseñan durante las vacaciones no tienen por qué hacer las clases aburridas: “Bajo esta modalidad, los profesores ya no tenemos que regirnos a un pénsum académico. Hay que posibilitar el diálogo. En estos casos, el estudiante  tiene la posibilidad de decir  qué es lo que no entendió”.

Jara, director del centro de recreación Dinosaurio Sport, cree que es posible negociar con los estudiantes para evitar que se aburran durante las vacaciones.

Considera que los padres deberían permitir que sus hijos descansen durante el primer mes de asueto: “Darles la posibilidad de que vean televisión o naveguen por el Internet, salgan a distraerse en las tardes...”. Pero sugiere que en el siguiente mes pueden inscribirlos en los cursos de nivelación, que tampoco, dice, deben ser vistos como una extensión del colegio.

Jara considera que muchos padres no se dan cuenta de que los talleres de verano son espacios de  integración en donde aprenden destrezas que no se desarrollan en clases: “En caminatas, por ejemplo, conocen el entorno natural y su cuidado. Además aprenden a integrarse con otros chicos de su edad, a ser líderes...”, considera.

Gabriela Guapaz, coordinadora del centro lúdico Deportivo Score, reconoce que muchos padres inscriben a sus hijos en cursos con la única  intención de que se mantengan ocupados, pero estas actividades tienen que ser diversas.  Con juegos y deportes incluidos, siempre que el joven manifieste su deseo de participar en ellos, señala.

Para José Mármol, secretario del taller Sigins, los vacacionales tienen la función de quitar el estrés a los chicos, porque los libera de tareas exigentes y no se someten al puntaje y la evaluación.

Algunos padres ya tienen experiencia con los cursos vacacionales, como Silvia Muenala, quien trabaja con su esposo atendiendo el negocio familiar. Su local abre a las 07:00 y la atención finaliza a las 21:00. Tiene dos hijos, uno de 11 y otro de 14.

Como su trabajo no le permite estar con ellos todo el día, anualmente los inscribe en diferentes cursos. Suele pedirles recomendaciones a los maestros. En otras ocasiones sus hijos le dicen qué quieren aprender. “Para mí es lo mejor que pueden. Mi hija mayor, por ejemplo, sabe dibujar, pintar, arma figuras de cerámica, de papel crepé, prensado y un montón de cosas. Eso le ha servido en sus deberes cuando regresa a clases”, comenta.

El profesor Luis Prado señala que el curso vacacional debe ir en función del interés del joven o del niño para que ellos no se aburran. De lo contrario creerán que nuevamente se les está obligando a  cumplir con una tarea.

Hay quienes ya se han aburrido de ver todos los años lo mismo. A Lucía Pilco le sucede. Tiene 14 años y en este, aunque aprobó todas las materias, su papá la ha inscrito, desde que cursaba quinto año de la escuela básica, en cursos de Inglés: “Pierdo el tiempo en esas cosas porque todos me dan desde el verbo to be. Ya me cansé de lo mismo”.

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