La lucha por la igualdad de género está iniciada. En la actualidad hay mujeres  científicas, presidentas de un país o directoras ejecutivas. A escala mundial, solo el 24% de los cargos de alta dirección ocupan las mujeres. En Ecuador el porcentaje es mucho más desalentador. Apenas el 5% de las presidencias empresariales están a cargo de una mujer. Nidya Pezantes, de ONU Mujeres en Ecuador, considera que las brechas laborales y salariales siguen latentes.

¿Por qué la presencia de la mujer en cargos estratégicos de poder sigue siendo bajo?

Para las mujeres participar en los espacios de toma de decisiones, tanto en el ámbito público como privado, requiere doble esfuerzo.  Esto porque aunque nosotras estamos inmersas en lo público, los hombres no están en lo privado; entendiendo ese último como el hogar.  No hemos logrado instaurar una corresponsabilidad en cuanto a las tareas de la casa. No hay una redistribución de ese trabajo. Por ello, para una mujer resulta difícil acceder a estos cargos. Claro que también influye la segmentación del mercado laboral.  

¿A qué nos referimos con esta fragmentación?

Existen dos divisiones. La horizontal tiene que ver con los servicios y la producción. Por ejemplo, las mujeres ocupan -mayoritariamente- el campo laboral de servicios donde el salario es menor, mientras que los varones copan el mercado de producción de bienes el cual es mejor pagado. Esta ya es una diferencia sexual del trabajo. La otra fragmentación -la vertical- es aún más grave y tiene que ver con la carga laboral. En la zona urbana llega a 16 horas más que los hombres a la semana, sumado al tiempo normal tenemos 56 horas. En el área rural llega a 23 horas más semanales. Si a esta alta carga laboral se le suman otras responsabilidades extras como ser madre y cuidar de la familia el ascenso será imposible de concretar.  

¿Ser madre puede alterar el flujo de ascenso laboral?

Quienes ocupan altos cargos cumplen labores fuera de la oficina. Se dan cenas de trabajo en las que se toman decisiones. Muchas veces las mujeres no pueden acudir a estas citas por sus labores caseras. Esto no es impedimento, el problema está en la mala distribución del trabajo del hogar. Ellas optan por profesiones que les permitan trabajar, estudiar y cuidar al mismo tiempo. El Estado debe corresponsabilizarse del cuidado del hogar o valorar ese servicio de tal manera que lo incluya en la forma de entender la economía del país.
Aún se cree que las mujeres son buenas para ciertas profesiones y malas para otras ¿Cómo romper esa visión?

La mala distribución de la carga laboral, la cual deja a las mujeres como hábiles para la casa y no tan preparadas para lo público, debe acabar. Nosotras somos sujetas de derecho. Se nos garantiza trabajar, elegir nuestra profesión y desarrollar un plan de vida. La división sexual del trabajo es un elemento clave que debe superarse para que hombres y mujeres puedan ascender en igualdad de condiciones.  

¿Cuántos 8 de marzo más tienen que transcurrir para evidenciar una verdadera igualdad degénero tanto social como económica?

En temas de desigualdad de género hemos avanzado, pero ha sido tan lento el camino que para que exista una igualdad real entre hombres y mujeres deben pasar -al ritmo que vamos- unos 485 años. No hay mujeres en este mundo que puedan esperar tanto tiempo. Aunque las leyes han contribuido para menorar esta brecha, como la política de cuotas que garantiza una mayor participación de mujeres en la política, aún estamos lejos de la posibilidad de vernos como iguales. (I)