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El Telégrafo
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Indonesia busca abolir la pena de muerte

Indonesia busca abolir la pena de muerte
15 de diciembre de 2012 - 00:00

Indonesia, Yakarta.-

Tras cuatro años sin ejecutar a ningún convicto, Indonesia avanza hacia el fin de la pena capital, en un debate alentado por los casos de indonesios que sufren este castigo en el extranjero, pero que choca con las reticencias de los sectores religiosos más conservadores.

El fusilamiento en 2008 de tres de los responsables de los atentados de Bali de 2002, en los que murieron 202 personas, y de otros siete reos, fue la última ocasión en la que se empleó este castigo, que se aplica a condenados por terrorismo, asesinato o tráfico de drogas.

En los últimos ocho años el Gobierno indonesio ha conmutado 19 condenas a muerte por penas de cadena perpetua, una medida que varios jueces han aprobado con el argumento de que la pena capital se contradice con el derecho a la vida que garantiza la Constitución del país.

"Se ha registrado un incremento del número de países que han abolido la pena capital porque no es coherente con la defensa de los derechos humanos. Indonesia también se está moviendo en esta dirección", dijo recientemente el ministro de Asuntos Exteriores, Marty Natalegawa. Alrededor de 100 reclusos se encuentran en el corredor de la muerte en Indonesia, algunos desde hace casi una década, a la espera de una ejecución que en el país se lleva a cabo mediante un pelotón de fusilamiento de seis hombres.

Bonar Naipospos, vicepresidente del Instituto Setara, una institución independiente indonesia dedicada al análisis religioso y político, considera que detrás de la indulgencia que muestra el Ejecutivo está la intención de conseguir clemencia para los 197 indonesios que están a la espera de ser ejecutados en otros países. "Esta tendencia de supuesta moratoria sobre la pena capital es la voluntad de Indonesia de salvar a sus ciudadanos condenados a muerte en el extranjero", dijo a Efe el experto.

Muchos de ellos se encuentran en Arabia Saudí o Malasia, dos países en los que trabaja un gran número de inmigrantes indonesios, especialmente en el servicio doméstico. El caso de Ruyati Binti, una limpiadora de 54 años, conmocionó a la sociedad indonesia al ser decapitada en junio de 2011 en Arabia Saudí tras ser hallada culpable de matar al dueño de la casa donde trabajaba.

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