Publicidad

Ecuador, 28 de Marzo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

"Inventarse la historia es un acto delictivo", dice el historiador Gustavo Vega

"Inventarse la historia es un acto delictivo", dice el historiador Gustavo Vega
Foto: Álvaro Pérez / EL TELÉGRAFO
03 de junio de 2018 - 00:00 - Carla Maldonado

Su palabra evoca la figura del semiólogo italiano Umberto Eco. De la historia va al arte, luego a la medicina, después a la política internacional y termina con la docencia. Gustavo Vega, cuencano, flamante rector de la Universidad Internacional del Ecuador, Ph.D en Historia, doctor en tres especialidades,  docente, exdiplomático y ensayista, conversó con EL TELÉGRAFO sobre la historia.

¿La historia para conocer el pasado y explicar el futuro?

Es una herramienta para no repetir el pasado. Los autores clásicos lo dicen infinitamente mejor que yo: La historia es la maestra de la verdad, señala Cervantes. Es la maestra de la vida, refiere Cicerón. Y una que me gusta mucho es de Ruiz de Santayana: La historia sirve para no repetir el pasado.

Aunque conozcan la historia los errores persisten...

Los seres humanos somos testarudos, los animales son más sabios, no tropiezan con la misma piedra dos veces. Quizá la perversión de la inteligencia humana nos hace cometer reiteradamente errores fatales. No aprendemos de nosotros. Las batallas de la vida se libran con los demás, pero la guerra es contra uno mismo. La historia es importante si es crítica. No se trata de una historiografía descriptiva, de ejércitos, reyes, emperadores o pontífices. Cuando no se usa la historia científica simplemente hacemos ensayos de opinión, de olfato y no de ciencia.

¿Hay que separar la historia del corazón y de la emoción?

Hay que formar mejores historiadores con espíritu crítico. Distinguimos la objetividad de la neutralidad. Un mandato de la ciencia es ser objetivos, no neutrales. Allí viene el caudal del corazón, de la emoción, de la ideología.

¿La historia es una sola o hay varias?

No se puede inventar la historia. Hay métodos nuevos, la historia de las mentalidades, de las ideas, de las microhistorias de vida, que enfocan temas específicos y profundos. Por ejemplo, una microhistoria es el estudio del historiador italiano  Carlo Ginzburg, sobre El queso y los gusanos. Es una hipótesis de la cultura popular en la Edad Media a partir del caso de un molinero de ese país, Domenico Scandella, llamado Menocchio. Él negaba que Dios haya creada el mundo y pensaba que este se  generó a partir de un caos. Por ello, Menocchio fue procesado por la inquisición y quemado vivo por hereje. El historiador no tenía archivos para explorar lo que ocurrió, pero sí referencias de los documentos de la época.

¿Quiénes son las contrapartes de ellos en Ecuador?

Eugenio Espejo fue un copernicano en el campo de la salud. Él fue médico, abogado, teólogo. Un siglo antes del francés Louis Pasteur, Espejo dijo que las epidemias eran producidas por partículas o atomillos vivientes. Era un adelantado para su época. Otro ejemplo: Juan Montalvo, un innovador pero tremendo polemista. Fue un escritor elegante y un gran insultador. Tenía los dos estribos y fue valiente frente a Ventimilla. A él lo llamó “un vulgar malhechor”;  y García Moreno, “un déspota pero de alguna manera ilustrado”.  Espejo y Montalvo son  personajes impresionantes para la historia latinoamericana y mundial.

 ¿La historia se puede inventar?

A la novela histórica el factor imaginación y el arte pueden transformarla, mejorarla alterarla y decantarla. Igual ocurre en el cine. Por ejemplo en Amadeus Mozart le trataron muy mal a Antonio Salieri. Él fue un gran compositor italiano de música sacra, clásica y ópera. Pero, en el filme de Milos Forman fue un vulgar copiador. En las artes, las historias tienen sus licencias para edulcorar, matizar y denostar la realidad. A veces se puede inventar la historia perversamente para jugar con valores postizos.

¿El gobierno de Rafael Correa utilizó la historia a su favor?

El correísmo nos vendió que antes de ellos solo hubo prehistoria y que la historia parte con el exprimer Mandatario. Para justificar eso tuvieron la complicidad de los académicos. Casi nadie protestó contra ese esfuerzo de Correa para inventarse la historia. Ese es un acto delictivo, perverso y no ignorante. La cobardía intelectual se convirtió en una disciplina olímpica.

¿Qué papel jugaron los intelectuales en la reinvención de la historia?

Un conjunto de académicos creyó en la opción Correa, pero se desilusionó pronto y se desmarcó. Otro sector de intelectuales fue clientelar porque le interesó manejar micropoderes, tener salarios altos y se entregó en cuerpo y alma al correísmo autoritario. Este grupo sacrificó la tesis de fondo de los derechos humanos. O de temas radicales, como el buen vivir, que después del Yasuní se desenmascaró, pero muchos se quedaron con el Gobierno. Otros estaban por el sánduche y la cola; otros por publicar libros o por una subsecretaría.

 Correa se comparaba con Eloy Alfaro. ¿Por qué se apropió de su historia?

Para controlar y vigilar, como decía Michael Foucault, en su libro Vigilar y Castigar. Era la forma de imponer un color único para invadir el arcoíris. Para ello, controlaron todas las instituciones del Estado y cambiaron las leyes. Eso nunca ha pasado antes en este país. Establecieron una especie de monitoreo, con marionetas en las dependencias públicas. Ahora la ciudadanía se da cuenta de la realidad por el trabajo del Consejo de Participación Transitorio. Ellos están demostrando el subsuelo del iceberg y qué pasó durante la “década ganada”.

La historia es una inspiración para las nuevas generaciones. Por ejemplo, las sufragistas de Nueva York que lucharon por los derechos de las mujeres...

Hay que distinguir entre quienes interpretan la historia y quienes hacen la historia. Los primeros construyen, son notarios de la realidad; los segundos son otros personajes. Por ejemplo, Hypatia de Alejandría, geómetra, astrónoma, filósofa y matemática, fue acusada de provocar el incendio de la Biblioteca Real de Alejandría. Ella fue asesinada en el siglo IV D.C. También está  la francesa, Marie Curie, la única mujer con dos Premios Nobel distintos. Aquí tenemos a Matilde Hidalgo de Prócel, la primera sufragista y la primera mujer doctora en Medicina. A ella le negaron la matrícula en la Universidad Central, pero la aceptaron en la Universidad de Cuenca.

¿Por qué la gente tiene amnesia y cree en esos regímenes populistas y en falsos líderes como el expresidente ?

El populismo reinventa; la gente se hace la que no recuerda y entra la amnesia del poder. La definición que más me gusta sobre esto está en La guerra y la paz, de León Tolstói. El autor ruso dice que el poder es la capacidad para controlar a los demás. Por eso nos hacemos de la vista gorda, creemos que nos hemos olvidado, cuando expresamente reeditamos con un valor agregado para la manipulación. (I)  

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media