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El Telégrafo
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Eutanasia permanece como un tema que genera controversia

Eutanasia permanece como un tema que genera controversia
08 de junio de 2013 - 00:00

Diciembre de 2012. Dos gemelos, sordos y en proceso de volverse ciegos, obtuvieron el derecho a morir con una inyección letal en un hospital de Bélgica. Su médico de cabecera explicó que su sufrimiento era inaguantable.

En este país, segundo mundial en haber autorizado la eutanasia en 2002, se puede dar  muerte a los que sufren de un dolor físico o psíquico insoportable e incurable, son capaces de juicio y expresan su deseo de morir repetidas veces. Incluso, no es necesario que los enfermos estén en fase terminal.

La eutanasia, término impulsado por el filósofo inglés Francis Bacon y  que etimológicamente significa “buena muerte”, no crea consenso.

Otros países autorizan o toleran una forma de ayuda a la muerte, como  Alemania, Dinamarca, España...Los debates, que toman importancia en muchos países a la hora del control de la procreación y de varias enfermedades, crean muchas polémicas. Argumentos contra argumentos, problemas de ética médica contra derecho a morir dignamente, las opiniones se oponen. Y las legislaciones también. Pocos países legalizaron la eutanasia o el suicidio asistido, tales como los Países Bajos, Suiza, o el estado de Oregon en Estados Unidos.

En Luxemburgo existe la Asociación para el Derecho de Morir en la Dignidad (ADMD) que, en 2012, practicó 7 eutanasias, según la asociación. Marthy Putz, una de sus miembros, explica que “lo que se reivindica es que el paciente pueda decidir para el mismo, con ciertas condiciones. El médico o la familia no pueden inmiscuirse en la decisión”.

Por lo tanto, la asociación no acepta a los extranjeros que solo viajan al país para aprovechar este tipo de ley. “No hay médicos de eutanasia, de especialistas que solo se prestan a ejecutarla. Es un proceso de relación entre el paciente y su médico”, precisa Putz.

La eutanasia se practica frecuentemente. En este punto, la integrante de la ADMD es categórica. “Estoy convencida de que hay más eutanasias de lo que sabemos, pero no necesariamente las declaran. Si antes alguien practicaba la eutanasia, como no estaba previsto por la ley, se guardaba de contarlo”.

Otros países autorizan o toleran una forma de ayuda a la muerte, como Alemania, Dinamarca, España, Francia, Hungría o Suecia. A menudo, la obstinación terapéutica es rechazada. Por otro lado, los cuidados paliativos no son suficientes para numerosos enfermos. “Hay pacientes que ya no soportan estar vivos mientras se benefician con curas excepcionales, una de las complicaciones es cuando el cuerpo no se detiene, aun sin hidratación ni alimentación”, explica el sociólogo Philippe Bataille.  

Argentina, país donde se aprobó la ley de muerte digna, autorizó recientemente que se retire la asistencia médica que mantuvo con vida a Marcelo Díez, en coma desde 1994. En Ecuador, el Código de Ética Médica dispone que “el médico no está autorizado para abreviar la vida del enfermo”, y que “en aquellos casos en que los indicadores clínicos e instrumentales revelen situaciones insalvables (...), queda al criterio del médico y de los familiares suspender los procedimientos extraordinarios”.

El problema parece girar alrededor de la definición de la eutanasia. Mientras que algunos hacen la distinción entre la “pasiva” de la “activa”, considerada por otros como inexistente pues es el mismo principio, las concepciones de la dignidad discrepan. En Bélgica, en los casos de eutanasia no declarados, el 76,7% de  médicos no la percibe  como tal, informó una investigación para el BMJ Group de 2010.

Sobre todo, el tema hace temblar los valores implantados en las sociedades. Para algunos acelerar la muerte  no es lógico y es doloroso para los familiares, pues implica una ruptura total del lazo. La influencia de la religión puede llevar a rehusar esta práctica que va en contra de la decisión de Dios.

En Francia, el 86% de la población, en su conjunto, está a favor de la legalización de la eutanasia, pero solo el 59% de los católicos practicantes la acepta, según un sondeo desarrollado por el Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP) en 2012.

De una manera general se requieren condiciones. Un médico ecuatoriano explicó que “para regular este tema y hacerlo legal deben existir circunstancias específicas: que sea un paciente en fase terminal, con mala calidad de vida por dolor principalmente o que concierna a casos de muerte cerebral. Si se dejan abiertas las condiciones, lo que podría constituir una buena alternativa puede volverse una opción inadecuada ética y legalmente puesta en manos de gente inescrupulosa”.

Por lo tanto, el desajuste entre la cuestión de la legitimidad ética y su eventual legalización todavía es significativo. En Francia, el IFOP mostró que el 41% de los opositores a la eutanasia teme los riesgos de desviaciones, como la presión de los familiares o la tentación de ahorrar para la seguridad social.

Sin embargo, rechazar la ayuda a morir puede implicar otras formas de abusos. En febrero, un anciano francés se suicidó después de que el Estado negara sus peticiones de eutanasia.

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