La tecnología ha revolucionado los patrones de consumo, producción y empleo. Poco a poco las carreras tradicionales se van modificando y las empresas han ido mutando al entorno digital.

Esto ha generado otros oficios vanguardistas como: youtubers, blogueros, instagramers, personal shoppers, gamers, pilotos de drones.

En Ecuador el mercado para estos trabajos ya deja ganancias para aquellos que se arriesgan a probarlos.

Hace seis años, Juan José Pérez, comunicador audiovisual, vio que necesitaba despegar para diferenciarse. Por eso invirtió en su primer dron. Le costó $ 4 mil. Hoy, el quiteño ha invertido $ 100 mil en sus drones, softwares, lentes, cámaras especiales y las capacitaciones en Estados Unidos, Canadá y Colombia.

Ahora, a sus 43 años, tiene dos empresas: EQDrone y Orbital Visión. Gracias a su formación ya no se enfoca solo en lo audiovisual sino también en fotogrametría aérea (trazado de mapas a partir de fotos aéreas), georreferenciación, y en agricultura de precisión. Para la última destreza tuvo que comprar cámaras especiales.

“Antes se fumigaba o se ponía abono en todo el campo, hoy el drone te dice qué le pasa a cada cultivo porque el sensor mide la salud vegetal”, cuenta este piloto que gana unos $ 150 mil  cada año.

Sus clientes son el Municipio de Quito, Terrasol, Pronaca y varias universidades. En mayo, la Asociación Internacional de Fotografía de Realidad Virtual lo invitó a dar una conferencia de fotogrametría aérea en Tokio. Así es el primer ecuatoriano en participar de ese evento.

Otro comunicador social con ideas innovadoras es Patricio Nieto. En 2011, el machaleño fue uno de los primeros blogueros de moda en el país. Ante el éxito de su página creó la empresa Sista and CO. con su amiga, la socióloga especialista en Comunicación Política, Gabriela Becerra.

Con una inversión de $ 1.500 viajaron a Perú a capacitarse en colorimetría y formas de cuerpo. Hoy brindan sus servicios a famosos, políticos, y a gente común que busca verse más profesional. “Hemos salvado matrimonios, hemos ayudado a superar el luto, a asumir el cáncer y a aceptar la tercera edad”, cuenta Becerra.

Su trabajo consiste en hacer un estudio de color y forma de cuerpo. Además, revisan todas las prendas que sus clientes tienen en su armario. También acompañan a las compras. El paquete más caro es de $ 300. Al mes sus ganancias promedio son $ 2 mil. Más allá de su negocio también tienen un canal de YouTube: Sirpatricionieto, donde dan tips de estilo.

Pero estos trabajos acoplados a las nuevas tecnologías no paran allí. Hay empresas de economía colaborativa mediante aplicaciones móviles. Por ejemplo, Delivereo, que tiene tres socios quiteños. Ellos aún no cumplen 30 años: Stefano Dino-Guida, Esteban Illescas Vega y Alfred Zeller.

Son innovadores, se encargan de entregar  la correspondencia y de los pequeños pedidos en línea. Con una inversión de $ 80 mil crearon una app que permite enviar sobres, paquetes, entre otros. También sirve para comprar cualquier cosa.

En la aplicación se puede ser cliente o mensajero. El envío mínimo cuesta $ 3 y admiten que atienden unas 100 órdenes cada día.

En las compras, Delivereo se lleva un 15% del valor subtotal del producto que se envió a adquirir. Hoy dan trabajo indirecto a 60 mensajeros. Sus principales clientes corporativos son Bragança e Impaqto.

Como ellos, jóvenes guayaquileños se suman al mundo tecnológico. Andrés Moreno, alias ‘Songz’, y André Orbea, ‘Blind’, son gamers semiprofesionales. A sus 23 años el jugar Dota2 (Defense of the Ancients 2) los ha llevado a China por dos años seguidos, con todo pagado, para representar al Ecuador.

Ellos estudian Ingeniería Industrial y Economía, pues dicen que aún no es seguro ser gamer en este país. Gabriel Martínez, organizador de encuentros de videojuegos, asegura que en Asia, México y  España este nuevo oficio deja ganancias de hasta $ 15 millones al año por jugador.

En Ecuador se avanza hacia el desarrollo tecnológico en lo laboral, aunque aún faltan normativas. Las nuevas generaciones ya tienen un abanico más amplio a la hora de prepararse, ser más competitivos y escoger su carrera. (I)