Covid-19: El trabajo informal se incrementó en un 40%
Una variedad de productos son comercializados a lo largo de la avenida Panamericana norte, en la provincia de Imbabura. Moradores del sector han colocado kioscos improvisados para ofrecer desde papel higiénico hasta alimentos, mascarillas, alcohol y trajes de bioprotección.
La tónica no es diferente en la ciudad de Otavalo, donde las ventas ambulantes proliferan en la calle Bolívar, en el centro de la urbe.
Susana Caizaguano, de 54 años, quien pertenece a la comunidad de Ilumana, usa una carretilla para ofrecer verduras y vegetales por un dólar.
La mujer es el sustento de sus cinco nietos, que quedaron a su cuidado desde hace ocho años cuando su hija migró a España. Desde hace más de dos meses no recibe dinero. “Llevo un mes trabajando de esta manera porque tengo que alimentar a mis nietos. Espero que en Europa todo se arregle y mi hija nos envíe dinero para los niños”.
Todos los días Susana recorre con su carretilla las calles de Bolívar para lograr vender entre $ 15 y $ 20. Asegura no temerle al virus. Siempre carga un gel antibacterial que usa después de cada venta para protegerse.
En la ciudad de Ibarra la venta informal también se toma las calles, sobre todo en los alrededores del mercado Amazonas, proveedor mayorista de la provincia. En la Ciudad Blanca el escenario varía. Allí las calles son mayormente ocupadas por migrantes venezolanos que esperan reunir dinero para retornar a su país.
En la avenida Mariano Acosta y Gómez Jurado, una joven venezolana comercializa bandejas cuyo interior tiene una alfombra plástica para desinfectar los zapatos como medida de protección contra el covid-19.
Ella explica su uso a todo el que se le acerca. “Se coloca agua y cloro, antes de pisar la alfombra y así evita el virus”, manifiesta mientras su pequeña hija juega con botellas en un coche.
Cada utensilio cuesta $ 10. Cuenta que al día logra vender hasta dos artículos. La joven migrante intenta reunir $ 300 para continuar con su travesía a su país. Teme contagiarse, pero dice que es su única manera de sobrevivir.
El trabajo informal
El Gobierno proyecta que 508.000 personas podrían entrar al desempleo como efecto del covid-19. Esto representaría un alza de la tasa del 9% al 10 %.
Según cifras del INEC, en 2019 se registraron 3.146.297 personas con empleo adecuado y pleno; 1.440.983 en subempleo; 884.617 con empleo no remunerado y 311.134 en desempleo.
Víctor Albán, vicepresidente del Colegio de Economistas de Pichincha, indica que actualmente el trabajo informal creció en un 40% y que para octubre se prevé que se incremente al 70%.
El experto señala que debido a la crisis es imposible parar un incremento del desempleo, pero recomienda que es necesario capacitar a las personas que optan por este modo de laborar.
El pasado 14 de mayo la Organización Mundial del Trabajo (OIT) señaló que el covid-19 tendrá un impacto mayor en los países en vías de desarrollo.
Según Shahra Razav, directora del departamento de Protección Social de la OIT, la pandemia no solo afecta a los pobres. “También pone de manifiesto la vulnerabilidad de quienes tenían una situación relativamente buena, pues el coste de la atención médica y la pérdida de ingresos pueden destruir con facilidad el fruto de décadas”. (I)