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Cementerios, el último destino

Cementerios, el último destino
01 de noviembre de 2013 - 00:00

Camposantos, panteones o cementerios. Así se conoce a los sitios donde se depositan los restos de aquellas personas que por diferentes motivos dejaron de existir.

Estos lugares serán visitados masivamente mañana, fecha en que se conmemora el Día de los Fieles Difuntos.

En Ecuador, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la tasa de mortalidad anual es de 5,01 muertes/1.000 habitantes.

Entre las principales causas de los decesos están los accidentes de tránsito. Según el reporte del estado global sobre la Seguridad de las Vías de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con cifras de 2010, el país ocupa el segundo lugar de fallecimientos en la región a consecuencia de los choques, estrellamientos, volcamientos y similares.

Así, ocurren 28 muertes por cada 100.000 habitantes debido a esta causa. Ello implica una tasa mayor a la media global de América Latina, que es de 18.

En cuanto a enfermedades, la hipertensión arterial y sus complicaciones, como la insuficiencia renal, la ceguera, los infartos y los derrames cerebrales son los principales motivos de muerte.

Pero más allá de las razones, los ciudadanos visitarán a sus seres queridos para recordarlos y ofrecerles una oración.

Nuevamente rodará más de una lágrima y millones de arreglos florales adornarán las lápidas de quienes ya no están.

Periodistas de EL TELÉGRAFO y sus corresponsales en las distintas capitales provinciales recorrieron una decena de panteones para presentar un informe sobre el nacimiento de estos lugares, la cantidad de cuerpos que albergan, los personajes que acogen y, en algunos casos, las obras que se realizan.

El Tejar, uno de los primeros

Uno de los primeros cementerios que se erigió en Ecuador es el de El Tejar, en Quito.

Allí están sepultados los cuerpos de los próceres que participaron en la batalla del 24 de Mayo de 1822.
En la capital existen 16 lugares en donde yacen expresidentes, próceres, escritores, médicos y ciudadanos ilustres.

Una fuente cercana a una empresa de servicios fúnebres afirmó que la capital de Pichincha requiere anualmente de 12 mil sitios para enterrar a los muertos.

El Patrimonial, entre los más grandes

En Guayaquil, en cambio, el Cementerio General, ahora conocido como Patrimonial, es el más antiguo. Fue construido en 1843 y tiene una extensión de 14.7 hectáreas.

Este camposanto acoge a exmandatarios como Vicente Rocafuerte, Eloy Alfaro, Carlos Julio Arosemena y Jaime Roldós.

El Ruiseñor de América, Julio Jaramillo Laurido, también tiene un espacio que es visitado año a año, por los amantes de los valses, los pasillos y los boleros.

Dos destacadas glorias del deporte porteño, los futbolistas Carlos Muñoz Martínez (Barcelona) y Otilino Tenorio (Emelec) fueron sepultados en este camposanto, tras fallecer en sendos accidentes de tránsito.

El sepelio de Muñoz convocó a miles de ciudadanos de todo el país. Muy pocas veces en la historia del puerto principal un acto fúnebre atrajo a tantas personas.

Tanto en Quito como en Guayaquil hay recintos privados donde son sepultados los ciudadanos. Los costos en estos últimos son más elevados que en los municipales.

En las otras ciudades

Los principales panteones de ciudades como Machala, Cuenca, Loja, Azogues, Riobamba, Pastaza, Latacunga y Guaranda son administrados por sus municipios.

En su mayoría datan de finales del siglo XIX y otros de mediados del XX. Sus edificaciones están ya saturadas y los Cabildos planifican ampliarlas.

El de la capital azuaya, por ejemplo, dentro de tres años podría estar copado. De ahí que la Empresa Pública Municipal de Servicios de Cementerio proyecta hacer varias adecuaciones.

En el camposanto machaleño hace dos días se anunció el inminente traslado de unos 1.500 cuerpos a otro lugar. Ello con el fin de mejorar la edificación y ganar más espacio.

Las autoridades de Guaranda, en cambio, invertirán $ 50 mil para obras de ampliación, pero el objetivo principal es buscar otro espacio para levantar el nuevo panteón.

Lola Rodríguez, administradora del Cementerio Municipal de Riobamba, señaló que en las próximas semanas el lugar contará con 900 nichos.

En Pastaza, el Departamento de Planificación del Cabildo trabaja en la edificación de bloques de bóvedas.

Édison Bastidas, encargado del lugar, aseveró que disponen de espacio suficiente como para recibir difuntos por los próximos 10 años.

Las obras en estos y otros recintos solo tienen como fin “reservar” más espacios para quienes se van.

El dueño del terreno ahora paga por tumba

 

En el sector sureste de Puyo, junto a la vía que conduce a Macas-Morona Santiago, está ubicado el único y principal cementerio municipal.

La administración, custodia y mantenimiento de las instalaciones son de responsabilidad directa del Municipio de Pastaza.

Édison Bastidas fue nombrado hace un mes como el encargado del camposanto.

Él y los cuatro empleados afirman que el cementerio habría sido construido aproximadamente en 1930.

Los terrenos le pertenecían a Luis Alfredo Estacio, un ciudadano de la provincia de Bolívar. Uno de sus nietos, Luis Alfredo Estacio Cáceres, manifestó que su abuelo era el único propietario del espacio donde hoy se ubica el camposanto.

El anciano murió el 22 de enero de 1968 y sus restos están sepultados en lugar.

“¡Cómo es la vida! Mi abuelo donó los terrenos y ahora debemos pagar por mantener su tumba”, dijo el joven.
De acuerdo con el plano del Departamento de Planificación del Cabildo, la extensión del sitio es de 40.102 metros cuadrados.

Aquí hay bloques de bóvedas del Municipio, de familias y grupos organizados en una extensión que ocupa el 40%. Lo restante corresponde a espacios con tumbas en tierra.

Según expresa Bastidas, en el camposanto existen aproximadamente 5.000 difuntos sepultados en bóvedas y 2.000 en el piso.

Al momento se cumple un proceso de venta de lotes de 9 metros cuadrados donde los interesados pueden construir sus bóvedas. El precio de cada uno es de 600 dólares.

Desde antier, en la parte exterior y junto a la puerta principal, están las vendedoras de flores.

Entre ellas se encuentran Teresa López y Graciela Núñez, quienes durante todo el año comercializan los arreglos para los finados.

Ambas adquirieron los botones en los mercados de Ambato a un costo de $ 6 el paquete de 20 rosas. Además compran otras especies para elaborar los ramos cuyo precio es de un dólar.

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