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El "Caldero de Hierro" engrandece la historia de la Isla de Silva

Todos los días don Hugo observa la olla gigante, cuyo dueño es desconocido.
Todos los días don Hugo observa la olla gigante, cuyo dueño es desconocido.
Foto: William Orellana / EL TELÉGRAFO
09 de junio de 2018 - 00:00 - Redacción Intercultural

La comunidad de la Isla de Silva, que pertenece a Salitre (Guayas), posee entre sus historias de antaño y de montuvios una “Gran Olla o Caldero de hierro fundido”, cuya procedencia es un misterio para sus pobladores.

Para llegar al lugar hay que tomar una canoa con motor fuera de borda en el muelle de Samborondón. La travesía dura unos 15 minutos. En ese lapso uno observará la rica flora, fauna y la variada infraestructura de varios recintos de dicho cantón,

El objeto, rodeado de árboles frutales y maderables, es visible al transitar por las aguas del río Babahoyo.

Parte de la historia de la misteriosa pieza arqueológica la conoce Hugo Rivera, de 91 años, quien junto a sus padres llegó a la Isla de Silva cuando tenía 12 años. “En ese entonces por aquí no vivía nadie cerca”.

Cobijado bajo la sombra de un árbol de mango, Rivera cuenta que cuando bajaba la marea, en su niñez, se veía la “olla gigante” a alrededor de 42 metros desde la orilla.

“Solo imagínese, llevo viviendo aquí ya 79 años y desde que vine ese caldero ya estaba en el río, por lo que suponemos que tendrá más de 100 años, pero no sabemos cómo llegó ahí o de quién era”, comenta.

Don Hugo cuenta que hace 40 años un grupo de pescadores artesanales del sector de Tarifa (Samborondón), cuando bajó la marea, observaron el objeto y entre ellos decidieron sacarlo del río porque “decían contentos que estaba lleno de oro o de plata, pero solo encontraron lodo”.

“Cuando se dieron cuenta de eso y de que estaba rajado lo dejaron botado en el río”, añade el campesino.

Tras ello, aprovechando la presencia de una máquina en el sector, y con ayuda de varias personas, con cadena y cabos, sacaron el caldero de hierro “solo por la curiosidad de saber cómo era o si tenía algo que dijera de quién era”.

Una vez en tierra firme, entre la gente se comenzó a tejer una serie de relatos sobre la procedencia del artefacto. Una de las historias cuenta que fue abandonado por piratas o los conquistadores españoles que navegaron por el río Babahoyo.

Además, don Hugo menciona que a la Isla de Silva han llegado turistas nacionales y extranjeros para observar y tomarse fotos con la olla. También “han venido personas de Salitre para llevársela pero no dan nada”.

Hace 40 años, la misteriosa olla gigante, de 1,20 por 1,50 metros de ancho, y 80 centímetros de alto, se mantiene firme a orillas del río Babahoyo.

Sin embargo, el paso del tiempo le ha pasado factura, ya que tiene una larga cuarteadura. Además, una de sus pequeñas orejas ya desapareció.

Desean impulsar el turismo
Javier Bajaña, poblador del recinto, comenta que la presencia del objeto arqueológico es un importante gancho para fomentar el turismo comunitario en el sector.

“Sí hemos pensado hacer algo de desarrollo turístico, pero el problema es que no tenemos vías de comunicación terrestre, ya que solo se usa el río”, señala.

Bajaña también comenta que cuando se construyó un canal de agua se halló una variedad de piezas de arcilla, que se presume sean de alguna tribu que años atrás habitó dichas tierras.

“Según estudios, en todo esto de aquí y sectores aledaños estaban asentados pobladores de la cultura chorrera”.

Javier también dice que su comunidad, que está rodeada de una variedad de árboles frutales y sembríos de productos agrícolas, guarda varias historias contadas por sus antepasados.

Por ejemplo, cuenta que por el sector existe una vieja cisterna grande, la cual hoy en día está en desuso, y que servía para que el ganado bebiera agua.

Relata que las personas antaño decían que en los muros de tierra de esa cisterna había tesoros escondidos y que la persona que quería desenterrarlos tenía que ser valiente, ir de noche y pelear con el diablo.

“Entonces la gente no se acercaba por esos comentarios. Pero en la actualidad ya poco a poco las personas le perdieron el miedo porque hay huecos en esos muros. En lo personal, nunca fui porque tenía miedo”. (I) 

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