En las calles de Guayaquil lucen como autobuses comunes de transportación pública: puertas angostas para receptar pasajeros, letreros en los que indican sus rutas y motores ruidosos que advierten de sus pasos. Pero ahora en sus techos, tanto en las partes frontales como en las posteriores, sobresalen unos bordes grises.  

Estos son los marcos que contienen los jardines que ahora lucen los vehículos intercantonales que viajan desde Daule hasta Guayaquil (Guayas).

La Unión de Cooperativas de Transporte de Pasajeros del Guayas presentó este miércoles 21 de noviembre este proyecto ecológico, que arrancará con las unidades de las rutas Señor de los Milagros y de los Daulis.  

Miguel Anchundia, titular de ese gremio, presentó los dos colectivos que ya tienen esta adaptación. Él aseguró que el fin es contribuir con el cuidado del medio ambiente.

Las áreas verdes que están en los techos de las unidades cubren cuatro metros de jardín y pesan ocho kilos. La especie sembrada es césped filipino, que se distribuye en 24 contenedores de polietileno, cuyas medidas son 58x23 centímetros.

De acuerdo con los transportistas, un metro cuadrado del techo vegetal puede absorber entre cinco y ocho kilos de polución. “El césped filipino retiene mayor cantidad de monóxido de carbono”, expresó Anchundia.  

El impacto que tendría el proyecto -calculó- es de 190.000 kilos de CO2 anuales “si toda la flota de buses intercantonales e interprovinciales se sumaran”.

Kelvin León, representante de la cooperativa de transporte los Daulis, explicó que el vehículo fue sometido a revisiones para instalar el jardín en la parte superior.

Según él, el césped fue colocado con un pegamento especial, el cual impide la filtración de agua cuando se realiza el riego de la planta. “Tampoco hay posibilidad de que caigan los contenedores”. El producto -aseguró- dura 10 años y puede ser regado cada 15 días y podarlo una vez al mes.

El costo de la ejecución del proyecto por unidad asciende a $ 1.800, que han sido financiados por los transportistas. Empero, Anchundia considera que el Gobierno puede contribuir devolviendo el pago de impuestos verdes o el IVA para permitir la sostenibilidad de la iniciativa.

En Madrid y Barcelona ya funcionan este tipo de unidades con espacios verdes. (I)