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Las “bromas pesadas” pueden convertirse en acoso en planteles

Las “bromas pesadas” pueden convertirse en acoso en planteles
Ilustración: Bena / El Telégrafo
25 de julio de 2019 - 00:00 - Redacción Sociedad

Miriam, de 13 años, soportó durante tres años el apodo “china cochina”, jalones de cabello, pellizcos y empujones por parte de sus compañeros de curso.

Desde el año 2018 dejó de sentirse atacada, pues sus padres la cambiaron de unidad educativa. Hoy la menor tiene nuevas amistades, pero debe acudir semanalmente a un psicólogo para tratar el estrés y la depresión que le causaron esta situación.

Este tipo de comportamiento que algunos chicos toman como “bromas pesadas” realmente, para los especialistas, tiene el perfil de “acoso”.

Precisamente, uno de cada cinco niños sufre de ese problema en la escuela, de acuerdo con un estudio elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), World Vision y el Ministerio de Educación (MinEduc).

Carla, de 12 años, pasó por esa situación. Ella recibió burlas por el color de su piel. “Me decían mapache, por las manchas rojas en la cara”. Lo que escuchaba la deprimió tanto que dejó de salir al patio a la hora del recreo.

Sin embargo, estas no son las únicas bromas que hacen dentro de un aula. Entre los estudiantes también se hacen otras de connotación sexual.

Bajarle el pantalón a uno de sus compañeros o alzarle la falda a las chicas y abrirles la puerta del baño son las más frecuentes, reveló Dayana Eras, psicóloga infanto-juvenil.

El bullying sexual, como lo cataloga, también se presenta a través de notas de voz con implicaciones sexuales. Ella explicó que este se da más en los adolescentes que experimentan la etapa del despertar sexual.

Una de las primeras manifestaciones que se da entre los menores cuando lo sufren es el cambio de su conducta. “Hablan menos con los demás, bajan el rendimiento académico reflejado en las calificaciones, sufren de ansiedad y cambian las relaciones sociales”.

La experta, en el año 2018, trató el caso de una adolescente que sufrió la manipulación de un alumno (mayor a ella) de otro curso. “Él le insistía por WhatsApp que le enviara fotos desnuda y le propuso tener sexo por teléfono. Ella, tras varios meses, accedió”.

Aunque los padres denunciaron lo ocurrido y la cambiaron de colegio, la adolescente tuvo que recibir, durante seis meses, terapia psicológica para recuperar su confianza y la seguridad de su cuerpo. “Hubo que estabilizarla emocionalmente para que volviera a confiar y hacer nuevas amistades”.

Según el psicólogo clínico Isaac Villacreces, este tipo de bullying no está bien definido, pero se presenta a menudo cuando se burlan de la orientación sexual o se ha difundido el rumor sobre la virginidad de una estudiante o cuando no lo es. Esto genera problemas en la imagen y autoestima. Por ejemplo, cuando a una alumna le gritan “eres machona” por su forma de caminar, ella se volverá insegura.

Los padres de familia -recomendó- deben estar atentos de que sus hijos no estén sufriendo algún tipo de bullying y que los adolescentes reciban terapia de acompañamiento continua.

Otro caso en las aulas

Justamente, en junio de este año 2019 una madre de familia denunció en la Fiscalía del Guayas que su hijo, de 14 años, fue forzado por otro estudiante para dejarse tocar sus partes íntimas.

Ocurrió después de finalizar la clase de natación en su colegio. “El agresor lo metió a la fuerza al baño para manosearlo”, reza en la denuncia.

De enero a julio de este año en la Fiscalía de la provincia se han registrado 59 casos de acoso sexual en menores de 18 años y 213 abusos sexuales en menores de 14. Ocurrieron no solo a nivel educativo.

Paola Cercado, vicepresidenta de la Asociación Ecuatoriana de Bienestar Estudiantil (AEBI), comentó que en la actualidad los adolescentes han normalizado acciones sexuales como nalguearse, pellizcarse los pechos y usan términos como “mamita”.

Estas situaciones -añadió- se tornan ofensivas e inapropiadas. “Si los docentes y directivos de colegios no están capacitados, indirectamente se estaría formando a un posible abusador. El encubrirlo es peor”.

Para ella se debe tratar al que sufre del bullying y el que lo hace porque la persona que acosa es un joven que ha sufrido problemas en casa o fue abusado o maltratado.

Andrea Torres, del Departamento de Consejería Estudiantil del colegio Mariscal Sucre de Guayaquil, indicó que, para prevenir el bullying, los estudiantes reciben charlas o participan en integraciones en las cuales se les enseña a respetar a sus compañeros. “Ellos aprenden a diferenciar qué es una broma y cuando no lo es porque afecta al otro”.

Este miércoles 24 de julio de 2019, en la Unidad Santa Luisa de Marillac las alumnas de cuarto y décimo año de básica recibieron una capacitación sobre cómo actuar ante un caso de bullying.

Marcos Quishpi y Jessenia Erazo, capacitadores de la jornada, realizaron recomendaciones como la de respirar profundamente, no responder de forma violenta e informar a los docentes y padres de familia acerca de lo ocurrido. (I)

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