Ecuador ha tenido que encarar el refugio de ciudadanos de diversas latitudes. Desde la oleada de refugiados colombianos que arribaron huyendo del conflicto armado en Colombia, pasando por los miles de venezolanos que llegan a la frontera a diario, hasta el inquilino de nuestra embajada en Londres, Julian Assange.
Pero, ¿quién es un refugiado? En términos generales un refugiado es una persona que debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, ha huido de su país de origen.
El refugiado es alguien que escapa involuntariamente de su país y, como esa migración es forzada, el Estado receptor tiene la obligación de garantizar sus derechos, otorgarle la seguridad que le ha sido negada y no puede devolverlo al país del que ha huido. Un refugiado no es alguien que viene, por ejemplo, a estudiar o trabajar. Si una persona llega a Ecuador con el ánimo de mejorar sus condiciones económicas o sociales, este ciudadano no tiene el estatus de refugiado, sino de trabajador migrante, si es que viene a laborar en Ecuador.
Pero, si alguien llega huyendo de una persecución política o con el temor fundado de que su vida o la de su familia corren peligro, esa persona es un refugiado y el Estado ecuatoriano le debe una protección especial. Nuestro inquilino de Londres ¿es un refugiado? Quizás en un inicio sí, pues llegó a la embajada ecuatoriana, según nos dijo, huyendo por su vida. Sin embargo, desde que Assange obtuvo la nacionalidad ecuatoriana dejó de ser un refugiado, pues ya no está huyendo, sino que está afincado en un territorio ficto de Ecuador, que ahora es su país. ¿Qué nos queda de esta corta reflexión?
El refugiado es una persona con un enorme grado de vulnerabilidad que merece no solo la protección del Estado sino la aceptación y la bienvenida de todos los ecuatorianos. El rechazo al extranjero que huye de su país no es solo un acto discriminatorio sino una expresión de inhumanidad pues la historia ha demostrado que, tarde o temprano, todos somos migrantes. (I)