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Paternidad precoz, una realidad inocultable

Paternidad precoz, una realidad inocultable
17 de junio de 2018 - 00:00 - Redacción Séptimo Día

Maddy es una hermosa bebé juguetona de tez blanca, ojos grandes y cabello negro. Ella es la engreída de la familia Vélez-Macías como se apellidan sus abuelos Eddy y Mireya.

Sus papás, Eddy y Evelyn, la trajeron al mundo hace 2 años cuando apenas tenían 16. Los 2 estudiaban en el mismo establecimiento educativo.

“El amor” fluyó por sus venas en el salón de clases y mucho más cuando estaban solos. A ambos, sus padres y en el plantel educativo, les enseñaron sobre salud sexual, reproducción y métodos anticonceptivos.

Ellos prefieren no contestar y simplemente se miran uno a otro o sonríen cuando se les pregunta si no hubiera sido mejor esperar un tiempo hasta que sean mayores de edad y decidan formar un hogar.

Los 2 tenían sueños para el futuro. Él tuvo la oportunidad de ser canoísta y anhelaba tener un título profesional. Ella tenía planes similares, mas la llegada de Maddy no solo que impidió que continúen sus estudios universitarios por ahora, también obligó al inexperto padre a buscar un empleo para la manutención de la pequeña.

Evelyn ya dio a luz a su segunda nena. La pequeña será bautizada en las próximas semanas. Aún hay discusiones en medio de juegos y risas, respecto a cómo llamarla.

En tanto, Evelyn y Maddy se entretienen con las muñecas de la pequeña.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) señala que, en los últimos 10 años, el incremento de partos de adolescentes entre 10 y 14 años fue del 78% y en adolescentes entre 15 a 19 años del 11%.

Casos como el de esta pareja de precoces padres son atendidos semanalmente por la obstetra y máster en Salud Sexual y Reproductiva, Miriam Loaiza de Contreras.

Ella tiene su consultorio en la ciudadela Sauces 6, al norte de Guayaquil. Hasta allí llegan las futuras abuelas con sus hijas adolescentes en estado de gestación en búsqueda de ayuda profesional para que el parto no sea complicado. Sus cuerpos aún no han terminado de formarse como para traer a una criatura al mundo.

Loaiza sostiene que detrás de una madre menor de edad, en la mayoría de los casos, hay un papá de similar condición. Para la doctora, graduada en la Universidad de Guayaquil hace más 30 años, el problema de la paternidad juvenil parte desde el núcleo familiar por la falta de comunicación y por la ausencia de los padres.

“El joven se queda al cuidado de abuelos, tíos o hermanos mayores. Ellos no están pendientes de él y al tener oportunidades en la casa mete a su cuarto a una chica, que regularmente es una compañera del colegio u otra menor con la que mantiene relaciones sexuales sin ningún tipo de protección”, explica.  

La galena precisa también que aún hay tabúes en torno a temas como la menstruación, el embarazo juvenil y los métodos de anticoncepción.

Para Loaiza, la educación sexual es primordial en el adolescente. Añade que cuando trabajó para organizaciones no gubernamentales, los talleres que dictó estuvieron dirigidos a estudiantes de cuarto, quinto y sexto curso.

“La ONG nos pidió que los hagamos para los chicos a partir del segundo año, pero los directores de los planteles y los padres de familia no lo quisieron. No dejaron que los muchachos se informen con los profesionales, entonces les tocó aprender en la calle, lo cual no es bueno”.

Desde su óptica, la edad adecuada para dialogar con los púberes acerca de sexualidad es los 12 años. “La información que se les da, debe ser proporcional a  sus inquietudes. Si se les proporciona más de la cuenta, se corre el riesgo de que el chico tenga más curiosidad y ponga en práctica lo que no debe”.

Por su experiencia en el trato de estos casos, la máster revela que los varones son más tímidos a la hora de formular consultas a sus progenitores o médicos.

“Ellos no se acercan a preguntar. Parece mentira, pero les da vergüenza. No es verdad que son los más sabidos para este asunto. En esto les ganan las chicas”.

Al momento, el único método para evitar embarazos no deseados que existe en el país para los varones es el preservativo o condón.

La obstetra cuenta que en 1998 apareció una vacuna anticonceptiva para hombres para inyectarse cada 60 días. “El producto estuvo 2 meses en el mercado, pero no tuvo salida y nunca más llegó”.

La sicóloga Grace Moreira enfatiza que cuando un adolescente se presenta ante sus progenitores a contarles que va a ser padre, lo primero que necesita es apoyo total.

Añade que ese respaldo es fundamental no solo para él, sino también para el futuro del bebé.

No obstante, Moreira hace hincapié en el sentido que eso no implica asumir su responsabilidad y facilitarle las cosas. “Eso le tocará asumirlo más adelante. A ese padre adolescente hay que enseñarle cómo enfrentar y prepararse para el difícil reto de traer un hijo al mundo.

“Económicamente debe velar por el bienestar de ese pequeño. Esa parte no les corresponde a los abuelos, de lo contrario sería como una carga más para ellos”.

Moreira coincide en varios aspectos con la obstetra Loaiza, entre ellos que la orientación se les debe dar a los varones cuando están entre los 10 y 12 años, al momento de su despertar sexual.

“A esa edad empiezan a descubrir muchísimas cosas y hoy tienen las herramientas tecnológicas para acceder a abundante información”.

Según Moreira, el guiarlos correctamente permite que los púberes no se dejen llevar por todo lo que encuentran en internet o de lo que les dicen sus amigos.

“Es preferible ir respondiendo sus inquietudes conforme vayan surgiendo. No es muy recomendable tomar la iniciativa ni proporcionar más información de la que ellos están solicitando”, acota.

Pueden ser demandados
Rosario Berón, jueza de la Unidad Judicial Familia, Mujer Niñez y Adolescencia Sur de Guayaquil, manifiesta que quienes se convierten en padres a pesar de ser menores de edad pueden ser demandados.

Asegura que la Constitución en los artículos 45 y 46 expresa que los niños y adolescentes son sujetos de derechos y con ello están protegidos en todo.

“Si las madres adolescentes deben hacer un reclamo al padre de su hijo, quien tiene similar edad, las leyes las amparan. Además cabe una demanda subsidiaria a los padres del joven. Así consta en el Código Orgánico de la Niñez y Adolescencia”.

La funcionaria puntualizó que existen tablas en 6 escalas que varían de acuerdo al sueldo del demandado, pero cuando este no trabaja por ser menor de edad el valor mínimo a cancelar por un hijo de 0 meses a 4 años es de $ 108,54, es decir el 28,12% del salario básico unificado (SBU), de 2018. (I)

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