Ninguna sociedad se desarrolla con el enriquecimiento de unos pocos. Aunque suena a verdad de Perogrullo, en Ecuador la única bandera que moviliza con pasión a las oligarquías, y a quienes pretenden instalarse en ellas desde la política y el arribismo social, es la doctrina del “Cero impuestos”. Y no hace falta ser especialista o experto en el tema para entender que las sociedades desarrolladas y hasta hegemónicas solo han llegado a ser tal con una redistribución de la riqueza matizada por la tributación alta y solidaria.

Los ejemplos saltan: Suiza, Dinamarca, Noruega y otras naciones son lo que son gracias a políticas públicas en las que prima la contribución de los que más ganan a través de impuestos y tasas que en nuestro país causarían escándalo en aquellos sectores que defienden la doctrina del “Cero impuestos”. Y, ciertamente, esos mismos que protestan pagarían sin chistar si viajaran a dichos países por los beneficios que conlleva ese modelo impositivo. La verdad sea dicha (y ya que tendremos marchas la semana venidera), sin el debido debate y con errónea información, la oposición a las reformas tributarias solo será parte de una campaña de un sector que se ha opuesto a todas las reformas anteriores y que jamás ha visto hecho realidad sus falsos y temerarios pronósticos porque, a la larga, la mentira tiene patas muy cortas. (O)