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La construcción inclusiva, en el corazón de la nueva agenda urbana

  Cada vez es mayor el número de arquitectos que le apuestan a la construcción de viviendas sostenibles, donde se aplique la regla de las 3 R: reducir, reutilizar y reciclar.
Cada vez es mayor el número de arquitectos que le apuestan a la construcción de viviendas sostenibles, donde se aplique la regla de las 3 R: reducir, reutilizar y reciclar.
Fotos: John Guevara / El Telégrafo
23 de octubre de 2016 - 00:00 - Andrea Rodríguez B.

Mientras los países más desarrollados impulsan el diseño de viviendas inteligentes, ecoeficientes, sostenibles e innovadoras, en América Latina, la discusión aún se centra en garantizar vivienda digna, una aspiración modesta, pero, sobre todo, realista, porque la vivienda todavía representa uno de los principales problemas de la región.

A esta y otras conclusiones se llegó durante la Tercera Conferencia Mundial Hábitat III, que se desarrolló la semana pasada en Quito.

A la par de esta cita, se organizaron varios encuentros alternativos para analizar los retos que enfrenta Latinoamérica en relación al tema de la vivienda, como hacedora de ciudad y de ciudadanía.

Para Juan Pablo Negro, docente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires y coordinador de proyectos de rehabilitación de conjuntos habitacionales en el Instituto de Vivienda de esta ciudad, este es un tema crítico para la humanidad, uno de los más graves de nuestra región y central en la nueva agenda urbana. “Lamentablemente las ciudades no están creciendo bajo los criterios de sostenibilidad e inclusión. Nuestras urbes están creciendo mal y el problema es que los Estados contribuyen a ello por la falta de planificación y regulación de la vivienda. Añadió que en Hábitat III hay buenas intenciones, pero el problema es cómo se llevan estas a la práctica”. Para Negro, los criterios de sostenibilidad e inclusión son fundamentales en la concepción de la vivienda, principalmente, en la región.  

El experto defiende el postulado de uno de los arquitectos más reconocidos de Portugal y premio  Pritzker 2011, Eduardo Souto de Moura, quien  señala que “la arquitectura, para ser buena, lleva implícito el ser sostenible”. La preocupación por la sostenibilidad, dijo Souto de Moura, delata mediocridad, porque, según él, no se puede aplaudir un edificio porque sea sostenible. Sería como aplaudirlo porque no se cae.

Para Juan Pablo Negro cuando se empieza a adjetivar algo es porque no funciona bien.

“Ahora se habla mucho de la vivienda social, pero qué vivienda no lo es. También se habla de la vivienda inteligente, de los edificios inteligentes, pero ¿de qué sirven?, ¿es necesario vivir en estas infraestructuras tan inteligentes?”.

Alicia Ziccardi,  directora del programa universitario de estudios sobre la ciudad de la Universidad Autónoma de México, considera que no se trata de producir viviendas de forma masiva, sino de construir viviendas de calidad y esta premisa se aplica, en particular, a los países de la región.

“La calidad no se define únicamente en metros cuadrados, no solo se define en los materiales ni en el número de personas por cuarto, sino, principalmente, en el entorno saludable que rodea a este lugar y en el ambiente que propicia una vida comunitaria y social. Eso, solo se genera con espacios amigables”. La investigadora mexicana considera que los gobiernos de los países de América Latina optaron por impulsar vivienda nueva y propia como solución al déficit habitacional, respondiendo al sueño de “casa propia”, pero sin mayor planificación.

Por esta razón, esta académica llama a impulsar la vivienda de calidad, pero, principalmente, digna.

Para Ziccardi, la apuesta por la arquitectura sostenible no es  una cuestión baladí, porque una familia que vive en una solución habitacional con ciertas características podría ahorrar en energía, por ejemplo.

Asegura que lo interesante es que no es necesario invertir grandes sumas de dinero para materializar estas iniciativas.

Así, por ejemplo, es importante tener en cuenta la orientación del edificio; una correcta ubicación permitirá aprovechar mejor la energía natural.

Con una buena orientación, se busca aprovechar al máximo la luz del sol durante el invierno y proteger del exceso de radiación en verano.

Reducir, reutilizar y reciclar

Cada vez es mayor el número de constructores que le apuestan a la construcción de viviendas sostenibles, donde se aplique la regla de las 3 R: reducir, reutilizar y reciclar.

Para alcanzar este objetivo, los arquitectos y quienes están involucrados en la construcción, deben asumir una postura ética con relación al origen de los materiales utilizados, la forma de uso, su reutilización o reciclaje. Por eso, resulta crucial que los nuevos proyectos de construcción no comprometan los ecosistemas existentes.

Actualmente también hay un creciente interés en la reducción de los impactos ambientales asociados con la industria de la construcción, ya sea en la extracción de materias primas, en la etapa de procesamiento y fabricación de componentes para la construcción, el uso de materiales reciclados e incluso, en la demolición de la misma.

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan quienes impulsan programas de vivienda más asequibles es  costo del suelo.

“La tierra cuesta mucho en nuestros países y más aún si está en lugares donde se concentran los servicios”, señala el argentino Juan Pablo Negro.

Por otro lado, destaca que una de las características de los países en desarrollo es la persistente y creciente inaccesibilidad al suelo apto para la vivienda que esté  bien ubicado, servido y seguro, principalmente para los sectores informales.

Al igual que países como Argentina, México, Colombia, Chile, Ecuador también enfrenta grandes retos, de acuerdo con las proyecciones demográficas y los requerimientos de vivienda. Sobre este aspecto, el arquitecto Rubén Paredes, exsubsecretario de Vivienda del Ministerio del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, manifestó, que en Ecuador existe un sistema de incentivos (subsidios que se entregan a la demanda) para facilitar el acceso a vivienda.

“Este mecanismo ha dado buenos resultados, eso es innegable, pero no debería ser el único; son necesarios otros instrumentos”.

Paredes recalca que los incentivos no constituyen una solución definitiva a los problemas “más estructurales vinculados a la  especulación del suelo y a la especulación del mercado inmobiliario”.

El arquitecto ecuatoriano considera que lamentablemente, el segmento que no es de interés social —es decir en el cual el Estado no tiene injerencia— es un sector bastante especulativo que no genera vivienda para solventar los problemas habitacionales de las familias de menores recursos (donde se registra el mayor déficit), sino en función de quienes sí tienen un poder adquisitivo.

“El Estado debería abordar  mecanismos adicionales que permitan regular y democratizar el acceso a vivienda que genera el mismo mercado. Hay que reconocer también que este Gobierno ha impulsado el tema de la vivienda,  en términos de número, porque son más de 300 mil viviendas las que se han construido en este período”.

En la Tercera Conferencia Hábitat III, que finalizó el jueves pasado, también se analizó  la posibilidad de diseñar programas de viviendas más inclusivos y menos vulnerables, lo que contribuye también a impulsar ciudades resilientes. (I)

Punto de vista

Ana Sugranyes, máster de Urbanismo, experta en Derecho Urbano de Chile

"Las viviendas se conciben desde el escritorio"

El tema de la vivienda exige la coordinación entre las políticas públicas y me refiero al tema del suelo, de la planificación territorial, de las reservas de terreno, pero también de la capacidad de movilización de recursos y del diseño de productos y propuestas que responden, realmente, a la demanda de la gente. Me parece que los proyectos de vivienda se conciben desde un escritorio, en vez de hacerse con la gente. Este es un problema recurrente en los países de la región. Hace 40 años, nos preguntábamos si en países como Chile, Ecuador o cualquier otro de América Latina, era posible movilizar los recursos financieros necesarios para responder a la alta demanda de vivienda y hay modelos que demuestran que sí es factible.

El problema ahora ya no se centra solo en los recursos económicos, sino también en la forma de hacerlo, como llevar a la práctica los postulados que se plantean en estos encuentros como Hábitat III o el Hábitat alternativo que hoy nos convoca. También hay que indicar que al producir de forma masiva viviendas de mala calidad y de pésima localización, se han generado nuevos problemas sociales Hablemos de Chile, porque la política de vivienda social en mi país es considerada un éxito. La producción masiva de viviendas redujo el déficit habitacional, y muchos gobiernos de América Latina están imitando su modelo de financiamiento. Sin embargo, esta política ha terminado creando nuevos problemas urbanos y sociales: segregación, fragmentación, inseguridad, hacinamiento. Hoy, se plantea que una política de vivienda sensata incluya nuevos criterios, relacionados   con la calidad de viviendas, y la movilidad de los beneficiarios. (I)

Datos

América Latina y El Caribe tienen una de las tasas de urbanización más altas del mundo. Entre el 2000 y 2030, su población urbana aumentará de 394 millones a 609 millones.

Hablar de déficit de vivienda en América Latina, quiere decir que muchas personas tienen donde vivir, pero carecen de tenencia legal de la tierra, espacio suficiente y acceso a servicios básicos como agua potable, alcantarillado y seguridad. (I)

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